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Las 365 fotos de los 365 días de Francisco, el papa del fin del mundo

A fuerza de gestos, abrazos y sonrisas sin precedentes, el sumo pontífice buscó conquistar a propios y ajenos.

| AFP

En su primer año al mando de la Iglesia, el papa Francisco cambió la imagen de una institución que se debate entre la incapacidad de adaptar sus dogmas y la urgencia de renovar el espíritu de sus feligreses. 

Jorge Bergoglio, el hombre que porta el peso de ser el líder religioso con mayor relevancia a nivel mundial, impuso su propia impronta. Con un protocolo en constante ruptura, el pontífice se propone reconquistar a los católicos en duda, reafirmarlos en su desustanciada fe, mientras busca a los que tienen “sed de Dios” allí donde la ortodoxia católica se resiste a ir.

Sucesor de un Papa con un carisma que lo hizo viajar por todo el mundo durante 25 años y de otro que se enfocó en afianzar la teología con una prolífica obra intelectual, Francisco escapa a las formas, se escurre entre aquellos que lo esperan -sea la Plaza San Pedro, Brasil o la isla de Lampedusa- y dedica un gesto que conmoverá no sólo a quien lo reciba.

Llegado "del fin del mundo", como él mismo se definió en su primera aparición pública, llamó al clero a construir una "Iglesia pobre para los pobres". Sin sandalias de Pescador, anillos de oro ni cruces ostentosas, despierta expectativas con un discurso de apertura que reconoce la necesidad de modernizar la moral católica, al menos, en sus formas. Necesitará más tiempo -y voluntad dentro de la Curia romana- para abordar el contenido.

"La misericordia hace un mundo menos frío y más justo", argumenta el Papa. Así justifica su modo de vivir la fe.