Desde San Pablo
Al salir hoy a las calles en masivas manifestaciones contra la presidenta Dilma Rousseff, los brasileños agregarán a sus gritos a favor del impeachment una opción políticamente menos agresiva: la renuncia de la mandataria. Consciente del desastre que el mensaje de las calles puede enviar al Congreso, Dilma esbozó esta semana una reacción. Pero no ha logrado superar la inestabilidad que devora la credibilidad de su gobierno y mantiene su popularidad reducida a 8%, según la última encuesta de DataFolha.
“Al presionar por el impeachment, el pueblo ofrece a la presidenta la posibilidad de elegir entre ser constitucionalmente depuesta o renunciar”, dijo a PERFIL Kim Kataguiri, joven que dejó la Facultad de Economía para liderar el Movimiento Brasil Libre (MBL).
Después de un viaje a pie de San Pablo a Brasilia, el MBL presentó en mayo el más consistente pedido de impeachment de los doce que están en la Cámara de Diputados. Los argumentos se basan en la responsabilidad de la presidenta Dilma por el mal uso de las cuentas públicas en el presupuesto 2014 y por la compra, por Petrobras, de la oxidada refinería de Pasadena, en Estados Unidos. Su texto ha recibido el respaldo de juristas reconocidos, como Ives Gandra Martins y Adilson Dallari.
El MBL espera más de un millón de personas para hoy en las calles, y no estará solo: las entidades Vem para Rua Brasil y Revoltados Online también canalizan en las redes sociales el coro de descontentos. El 15 de marzo, protestas convocadas por estas tres organizaciones desbordaron 250 ciudades de todo el país. En San Pablo hubo más de 800 mil personas.
Coyuntura. “La manifestación va a ser un dato de la coyuntura: si es más pequeña que la de marzo, la noticia será buena para el gobierno. Si es más grande, el gobierno va a quedar a la defensiva”, evaluó el cientista político Sergio Fausto, del Instituto Fernando Henrique Cardoso. “Tendremos un desenlace”, resumió Aldo Fornazieri, profesor de la Escuela de Sociología y Política de San Pablo.
El veterano senador José Agripino Maia, presidente nacional del opositor Partido Demócrata, cree que las manifestaciones tendrán una repercusión directa en la Cámara de Diputados, la institución que puede llevar adelante y decidir el proceso de impeachment, y en las decisiones de los tribunales de Cuentas y Superior Electoral sobre los casos de las cuentas públicas de 2014 y el financiamiento ilegal de la campaña de Dilma. Si las protestas son masivas, el titular de la Cámara, Eduardo Cunha –un ex aliado que hoy es un feroz opositor– recuperará fuerzas y pondrá en marcha el juicio político.
“Ella no va a renunciar. Pero podría caer por vías institucionales”, dijo Agripino Maia a PERFIL, una opinión compartida por Fornazieri y Fausto.
Actividad. Esta semana, como una reacción al movimiento pro renuncia, Dilma tuvo una intensa agenda: se reunió con limpiadoras de calles (margaridas, en Brasil), con sindicalistas y movimientos sociales –siempre acompañada por Lula da Silva– y encabezó una reunión de gabinete. Ayer, desayunó con Lula en la residencia oficial.
Durante esas actividades, la presidenta demostró estar al tanto de los rumores sobre su renuncia. “Yo me doblo, pero no me rompo”, declaró a las margaridas. “Jamás voy a renunciar. No hay condiciones materiales para esto”, dijo en una entrevista exclusiva para la red de televisión SBT, en la que denunció la “cultura del golpismo” y la “intolerancia” de la oposición.
Para Fornazieri, el gobierno de Dilma se anotó un punto estos días, al lograr el apoyo del presidente del Senado, Renan Calheiros, que lanzó la Agenda Brasil, un listado de 27 medidas fiscales a gusto del ministro de Hacienda, Joaquim Levy. La iniciativa ha debilitado a Cunha, que impulsaba leyes de aumento del gasto público.
Amorim: “De esto se sale con sentido común”
F.F.B.
Celso Amorim fue uno de los funcionarios brasileños más influyentes de la última década. Fue canciller de Lula da Silva entre 2003 y 2011, y ministro de Defensa de Dilma Rousseff entre 2011 y 2014. Ahora que ya está fuera de la gestión pública, Amorim se permite opinar como “comentarista” sobre la actualidad política de Brasil.
“La gente debe tener libertad para manifestarse y decir lo que piensa, pero lo que no se puede hacer es cambiar las reglas de juego”, le dijo a PERFIL acerca de las protestas contra el gobierno y los pedidos de juicio político a Rousseff por parte de algunos sectores de la oposición.
Amorim visitó el jueves Buenos Aires para participar en el seminario “Nuevas realidades internacionales”, de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. “Hay que confiar en las instituciones democráticas, Brasil ya está maduro para eso –insistió–. Estamos en un momento difícil y para salir de él, necesitamos sentido común, porque lo más importante es preservar lo que ya ganamos: democracia, estabilidad económica y un proyecto de reducción de la desigualdad”.
El ex canciller fue un gran impulsor del Mercosur durante los años 90. “El impacto de la reciente devaluación de la moneda china nos da una nueva razón para profundizar la integración en el bloque”, sostuvo.
Consultado sobre las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea por un futuro tratado de libre comercio, criticó a los industriales brasileños que pretenden que Brasil firme un acuerdo sin esperar el consentimiento de Argentina o de los otros socios del Mercosur. “Tenemos más fuerza juntos”, dijo.