Los periodistas españoles dicen que al rey Juan Carlos ya "se le toman más radiografías que fotografías" y el mismísimo monarca se atrevió a retar a los periodistas por hablar tanto de sus achaques.
Por eso, durante los últimos meses el rey acaparó la atención de los medios de Iberoamérica más por sus problemas físicos que por sus actividades.
Este jueves, con una sola muleta, fue al aeropuerto a recibir al Papa Benedicto XVI, que se encuentra de visita en Madrid. Las muletas fueron precisamente la anécdota de color en el constante ir y venir de noticias y especulaciones de los últimos meses sobre la salud real.
Las "super muletas reales" con las que Juan Carlos de Borbón salió de la clínica a principios de junio forman parte del proceso de rehabilitación al que está sometido desde que lo operaron en una rodilla, porque sus problemas lo estaban haciendo caer en público y cada vez más seguido.
Nadie sabe si fueron un regalo o una compra personal, pero por el costo de 59,99 euros cada una el rey pudo disfrutar de una lenta caminata acompañado por las luces, una bocina para avisar de la presencia y amortiguadores que formaban el aparato.
Además, las muletas reales son regulables en altura y ergonómicas, ideales para un paciente en rehabilitación como el rey. Apenas publicadas las primeras imágenes del rey en la clínica, el único comercio de Madrid que vendía aquel exclusivo aparato se vio colmado de pedidos y reservas. Fue un éxito en ventas.
El impedimento físico del monarca le está jugando una mala pasada. Quien fuera hasta hace un tiempo un hombre tan activo y deportista como el rey, ahora se ve impedido por sus dolencias, operaciones y tratamientos que hacen aflorar en su carácter el ya típico mal humor de la Dinastía Borbón.
Según la prensa rosa española, una confusión en las reglas protocolares derivaron en un pequeño choque entre el rey y la reina Sofía, a quien Juan Carlos destinó un desagradable gesto de enojo en presencia del Pontífice.
El rey siguió molesto, por lo que increpó de nuevo a doña Sofía, mientras ella, con un visible gesto de extrañeza, buscaba insistentemente al servicio de protocolo para que le indicaran dónde debía situarse. Hasta que, por fin, se colocó a la izquierda del Papa, quedando éste en medio de nuevo.
(*) Especial para Perfil.com