INTERNACIONAL
drama social, humanitario y económico

Las venas abiertas de América Latina que desnudó el coronavirus

La desigualdad, demografía, informalidad y pobreza lastran la reacción de la región ante la crisis sanitaria. La economía se contraerá un 7,2%.

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Vulnerables. Los indígenas del Amazonas sufren el embate de la pandemia. La Organización Mundial de la Salud alertó sobre la gravedad de la crisis. | afp

Con sistemas de salud desfinanciados y, en algunos casos, al borde del colapso; baja inversión en Ciencia y Tecnología; 104 millones de personas que viven en asentamientos populares; economía informal y precarización laboral; América Latina, la región más desigual del mundo, enfrenta la pandemia sin los recursos de los países desarrollados, con muchas dificultades para disimular sus múltiples fragilidades y vulnerabilidades.

Al menos 1,4 millones de personas se contagiaron y más de 72 mil murieron en América Latina y el Caribe, el nuevo epicentro de la pandemia, según advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Cuando llegó el coronavirus, la región estaba desnuda. Esas fallas estructurales empiezan a pasar factura. Según el último informe del Banco Mundial, su economía será la que más sufrirá la depresión global en 2020. El Producto Bruto Interno (PBI) se contraerá un 7,2%, dos puntos porcentuales por encima del promedio global, y el precio de las materias primas –petróleo, soja, cobre- sufrirá la “mayor caída de la historia reciente”. Excluyendo a México, el 70% de las exportaciones de América Latina son bienes primarios. A la baja del valor de las commodities se agrega, también, la contracción del comercio internacional, que, según la OMC oscilará entre el 13 y el 32%.

Cepal cuantificó las cifras del drama: 11,6 millones de nuevos desempleados y 215 millones de pobres. Por el lado de las materias primas, el Banco Mundial anticipa que la reducción de su precio durante 2020 será “la mayor de la historia reciente”. La caída de la demanda y el aumento de los inventarios han ocasionado un abrupto descenso en el precio de las commodities, en especial destacando los casos de Ecuador, Perú y Chile.

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Ante la magnitud de esas previsiones, PERFIL consultó a internacionalistas sobre los mayores desafíos y amenazas que enfrenta la región. Alejandro Frenkel, coordinador académico de la Maestría de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de San Martín, considera que el principal reto en el corto plazo es “resolver de manera equilibrada la cuestión sanitaria con la socio económica”.  

Bernabé Malacalza, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Quilmes, considera que la mayor preocupación es demográfica y socio espacial: “Las villas hablan. Los desequilibrios territoriales, demográficos y ambientales pueden llevar a un descalabro mayor. La cuestión de fondo son las grandes desigualdades. Ellas potencian la propagación de pandemias”.

La organización no gubernamental Techo alertó en su último informe que alrededor de 104 millones de personas viven en villas o favelas en la región. Se trata de una de cada cuatro personas que residen en zonas urbanas. La mitad de ellos no tienen acceso a agua potable. La imposibilidad de mantener distancia social o cuarentenas prolongadas los transforman en población vulnerable. Ramona, vecina del Barrio 31, es apenas un rostro entre millones. 

“Si el desafío demográfico se torna en una crisis humanitaria, ahí sí se puede convertir en una amenaza”, explica Malacalza. Antes de la irrupción del Covid-19, la región afrontaba la mayor crisis migratoria de su historia, luego que 4,5 millones de venezolanos huyeran desde 2015 de su país.  

La pandemia acentuó tanbién otros dramas preexistentes, como la desigualdad de género y los femicidios. “Ha habido un aumento significativo de la violencia contra la mujer”, explica Deisy Ventura, profesora de la Universidad de San Pablo (ver subnota). Según el último informe del Foro Brasileño de Seguridad Pública, 145 mujeres fueron asesinadas en Brasil en marzo y abril, lo que representó un aumento del 22,2% en relación al mismo período de 2019. 

“Las emergencias sanitarias exacerban casi todas las formas de injusticia social, y fundamentalmente tienen profundas divisiones e impacto de género –advierte Pía Riggirozzi, profesora de Políticas Globales de la Universidad de Southampton–. Sabemos por crisis sanitarias anteriores, como Ébola, Zika y SARS, que éstas refuerzan los roles sociales de género, exacerban sesgos y prácticas patriarcales en torno  al rol de la mujer en la familia y en la sociedad, y reducen el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva”.

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Amenazas. Mientras el corto plazo es una urgencia permanente, el largo plazo también cierne una sombra amenazante. Estados sin capacidades para atender las demandas de la población; organizaciones criminales transnacionales que ocupan los vacíos dejados por las autoridades, como en las favelas de Río de Janeiro; inestabilidades políticas provocadas por la crisis sanitaria y económica; falta de integración regional que agrava aún más la crítica coyuntura; las amenazas a democracias con instituciones débiles; y el impacto en la región de la disputa geopolítica, comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China; son las principales amenazas de un continente fracturado. 

“La falta de integración y coordinación potencia el crecimiento de estas problemáticas, no sólo porque muchas de ellas son regionales y no se pueden abordar de manera nacional, sino porque además hay que pensar una variable externa de la región, que es la necesidad de poder articular una voz común en alguna de las problemáticas globales y que emergerán post crisis del coronavirus”, considera Frenkel.

Geopolítica. Malacalza también alerta sobre el auge de la extrema derecha y sobre los efectos de la disputa hegemónica entre China y Estados Unidos. “La región ha perdido su condición de actor y está más expuesta para ser hoy una arena de disputas geopolíticas. Venezuela y Brasil son los casos más ilustrativos”, asegura. Necesitada de asistencia económica y sanitaria, la región se arriesga a convertirse en uno de los tableros donde Donald Trump y Xi Jinping midan fuerzas. 

En respirador artificial, la región lucha, literalmente, por su supervivencia económica, sanitaria y social. Mientras Europa y Asia disfrutan de la “nueva normalidad”, las venas de América Latina están más abiertas que nunca.