Ser solidario siempre vale la pena, pero pocas veces tiene recompensa. Algo así pensará Debbie Stevens, trabajadora de Long Island, luego de haberle donado un riñón a su jefa y haber sido despedida por la empresa durante su recuperación.
Según relata el diario New York Post, la mujer supo que su jefa, Jackie Brucia, padecía una grave enfermedad que requería un trasplante de riñón y le ofreció su órgano. Ambas pasaron por la ablación, pero el riñón de Stevens no era compatible con el de Brucia, con lo cual fue destinado a otro paciente.
Si bien la directiva fue trasplantada con éxito, los problemas llegaron más tarde, con una serie de reclamos inesperados. En plena licencia durante su recuperación, Stevens fue exhortada a volver a su puesto de trabajo. "¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no estás en el trabajo? No se puede entrar y salir cuando plazca. La gente va a pensar que tienes un tratamiento especial", le dijo su entonces jefa.
Tras ello, comenzó a reprocharle supuestos errores en el trabajo, en el concesionario donde ambas trabajaban. Poco después, la destinaron a otra sede, a 50 kilómetros de su casa y en un barrio peligroso, lo que varios consideraron un “castigo”. Ante tales presiones, la empleada acudió a un psicólogo, que remitió una carta a la empresa. La respuesta fue el despido.
"Decidí convertirme en un donante de riñón para mi jefa, y ella se llevó mi corazón", se quejó Debbie Stevens. "Me siento muy traicionada. Esta ha sido una experiencia muy dolorosa y horrible para mí. Ella tomó mi regalo, lo puso en el suelo y lo pateó", lamentó.
