DPA/AP/AFP desde Washington
Ante la evidencia de que la inteligencia estadounidense pinchó los teléfonos celulares de 35 mandatarios extranjeros no identificados, las reacciones de otros gobiernos no se hicieron esperar. Mientras que Francia y Alemania iniciaron una sutil presión sobre Washington para “establecer las reglas para el futuro” de la cooperación entre los servicios secretos de los países, Brasil anunció que impulsará en la ONU la aprobación de una normativa global contra el espionaje cibernético.
En respuesta al presunto espionaje sufrido por la canciller Angela Merkel, Berlín buscó el apoyo de París en una cumbre europea celebrada ayer en Bruselas. El presidente francés, François Hollande, se sumó a la iniciativa ya que los documentos filtrados por el ex contratista de la CIA Edward Snowden indican que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense también habría intentado vulnerar la privacidad del gobierno galo.
En concreto, Francia y Alemania acordaron impulsar antes de fin de año una negociación con Washington para establecer un nuevo marco de cooperación sobre las prácticas de los servicios secretos. En rueda de prensa, Hollande advirtió que “hay comportamientos y prácticas que no pueden aceptarse”. Según el mandatario, la propuesta también está abierta al resto de países europeos que quieran unirse, mientras que tratará de revitalizarse el grupo creado hace meses por la Unión Europea para discutir el asunto con los Estados Unidos.
Según Merkel, el principio que rija el trato debe ser que “no se espía, tampoco en el futuro”. La canciller exigió a Washington “verdaderos cambios” en sus prácticas de inteligencia y aseveró que ella no ha cambiado “su comportamiento a la hora de comunicar” a partir del espionaje.
Por su parte, el embajador brasileño ante las Naciones Unidas, Antonio Patriota, anunció que impulsará, junto con Alemania y otros países, la aprobación de una normativa global contra el espionaje cibernético. “Estamos trabajando por la aprobación del derecho a la privacidad, el cual está asociado al derecho a la libertad de expresión”, dijo Patriota, quien además afirmó que su gestión ante la ONU procurará que el tema sea tratado en el Consejo de Seguridad.
A su vez, el presidente español Mariano Rajoy pidió al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, que convoque al embajador de los Estados Unidos en Madrid para obtener información sobre un supuesto espionaje del gobierno norteamericano a España. Sin embargo, Rajoy aclaró que no tiene constancia o evidencia de que haya habido escuchas a dirigentes políticos españoles.
A diferencia de sus socios europeos, el premier británico David Cameron apoyó a su aliado Barack Obama al afirmar que las revelaciones de Snowden “no contribuyen a un mundo más seguro, sino que lo hacen más peligroso”. Cameron evitó pronunciarse sobre las actividades de la NSA, aunque afirmó que, en el caso del Reino Unido, los servicios secretos operan “en un marco de legalidad y “bajo el escrutinio adecuado” del Parlamento.