Agencias
En las zonas desérticas de Sahel opera una galaxia de formaciones yihadistas, fruto de alianzas y divisiones, grupos que cruzan las fronteras marcadas por la arena y que representan una amenaza para muchos países, desde Argelia hasta Mali. Se trata de grupúsculos u organizaciones que adhirieron al terror en nombre de la Yihad: los terroristas de Al Mourabitoun (“centinelas”) son uno de estos grupos que se adjudicaron ayer el ataque contra el Hotel Radisson Blue de Bamako, que dejó 27 muertos, incluidos dos terroristas.
Los “centinelas” nacieron de la fusión del Movimiento por la Unicidad y la Yihad en Africa Occidental y la brigada liderada por el emir Moktar Belmokthar, cerebro del ataque a una refinería de Argelia en enero de 2013. Su facción había pertenecido a Al Qaeda y ahora estaría vinculada a Estado Islámico, aunque su líder, que muchas veces fue dado por muerto, lo desmintió. Belmokthar tiene 43 años y fue bautizado como “el Intocable” y combatió en los 90 junto a Osama Bin Laden en Afganistán. Nació en Argelia en 1972. Cuando apenas era un adolescente, se unió a los muyahidines que derrotaron a las tropas soviéticas en Kabul. En esa guerra, perdió su ojo izquierdo, al manipular explosivos. En las últimas décadas, se unió a la Yihad global y se erigió en uno de sus líderes en Africa. Al Mourabitoun reivindicó también otros ataques, entre ellos una operación llevada a cabo en marzo pasado, en la misma Bamako, contra un bar frecuentado por extranjeros y en el que perdieron la vida cinco personas. El grupo figura en la lista negra de las organizaciones terroristas de los Estados Unidos.