Las dos Coreas acordaron realizar una cumbre entre sus mandatarios el próximo abril en la aldea de la paz de Panmunjom, en la frontera entre los dos países. De materializarse, se trataría de la tercera reunión de la historia entre ambas naciones. La última tuvo lugar en el año 2007.
La noticia la anunció el enviado de Seúl a Corea del Norte, tras un viaje de dos días en el que la delegación surcoreana se reunió con el líder del país vecino, Kim Jong-un. Ese encuentro contribuyó a reforzar el actual acercamiento y a aliviar tensiones entre las dos Coreas.
La reunión y la posterior cena, en la que se ofreció a los invitados una abundante variedad de productos del mar y licores, duró más de cuatro horas y se produjo en la sede del Partido de los Trabajadores, un lugar que hasta ahora no había pisado nunca ningún funcionario surcoreano.
Pese a que la agencia estatal de noticias del país comunista habló de que el encuentro se desarrolló en un ambiente "cordial" y "fraternal", no se mencionó en ningún momento si en el temario de la reunión se incluyó el programa nuclear norcoreano o la posibilidad de conversaciones con Estados Unidos, aunque era uno de los ejes de la visita de la comitiva del sur.
A Kim Jong-un y a la comitiva de Seúl, encabezada por el jefe de la oficina presidencial surcoreana de Seguridad Nacional, se unieron la mujer del mariscal, Ri Sol-ju, y su hermana, Kim Yo-jong, que el mes pasado realizó una histórica visita al Sur al convertirse en el primer miembro de la dinastía Kim en viajar al país vecino.
Durante los recientes Juegos Olímpicos de Invierno, Kim Yo-jong invitó al presidente surcoreano, Moon Jae-in, a viajar a Pyongyang para reunirse con su hermano.
El mandatario surcoreano agradeció la invitación pero consideró que deberían cumplirse ciertas condiciones para hacer realidad su visita, entre ellas un reinicio de las conversaciones entre Estados Unidos y Corea del Norte. Moon está convencido de que el actual acercamiento entre las dos Coreas -técnicamente aún en guerra- puede servir para que Pyongyang y Washington se sienten a hablar de nuevo sobre el programa atómico norcoreano tras más de una década de estancamiento.
Estados Unidos insiste desde hace años en que el aislado país asiático debe dar antes muestras de que quiere desechar su programa atómico, al tiempo que Corea del Norte nunca accedió a deshacerse de su arsenal como medio para sobrevivir, y en el último año incluso exigió que se reconozca su estatus nuclear.