ROMA.- Los productos de las tierras confiscadas a la mafia encuentran su público en la víspera de Navidad en una nueva tienda de Roma, desde el vino blanco ya agotado hasta las pocas botellas que quedan de aceite de oliva, explican los responsables de la asociación Libera y sus clientes.
"Los sabores de la legalidad" se pueden comprar en el corazón de la capital, en un pequeño local puesto gratuitamente a disposición de la asociación antimafia Libera por la administración provincial de Roma.
Miel perfumada con mil flores, vino blanco seco, aceite de oliva virgen, pastas, garbanzos, berenjenas al aceite o zumos de tomate provienen de la agricultura biológica de estas tierras del sur de Italia y se venden por unidad o en sacos de 15, 25 y 40 euros.
Las tierras confiscadas por la justicia a los jefes mafiosos han sido entregadas a los ayuntamientos, que a su vez han confiado la explotación a las cooperativas o asociaciones de jóvenes en dificultad, sobre todo ex toxicómanos.
"Lo que me gusta del proyecto es su aspecto social, y el hecho de que los productos hayan sido confiscados a la mafia, todavía es mejor", se congratula Francesco Braghetta, un policía romano que se va con los brazos cargados de paquetes.
"Pero lo que sería verdaderamente eficaz sería decomisar el dinero de la mafia que está en los bancos italianos y el extranjero", afirma el policía.
La ley de 1996 sobre "el uso social" de los bienes confiscados a la mafia ha privado, en todo caso, al crimen organizado de 3.000 propiedades en diez años por un valor de más de 300 millones de euros.
Entre las tierras confiscados se destacan las que pertenecían al jefe de la mafia, Toto Riina, detenido en 1993.
Los motivos de la compra varían de un cliente a otro. Giovanna, que se ocupa de la formación permanente, quiere dar a conocer Libera a sus amigos.
"Doy mucha importancia a la legalidad. Fui educada en ese espíritu e intento hacer valer el principio en mi trabajo", destaca la joven en el momento de comprar las últimas botellas de vino blanco a 5 euros cada una.
Para Francesca, que trabaja en una compañía de seguros, "comprar los regalos de Navidad aquí es un acto cívico". "Hay que promover la limpieza de Sicilia", afirma esta joven que pasa sus vacaciones cada año en esa isla, que adora.