Los miembros de la monarquía de los Países Bajos ya pueden descansar en paz. Y es que la catedral de Delft terminó de ampliar la cripta funeraria de la dinastía Orange, donde ya no quedaban lugares para sepultar a los reyes y reinas holandeses.
De esta forma, ahora el templo tiene espacio suficiente para los futuros entierros del rey Guillermo Alejandro, de su madre la princesa Beatriz y de su esposa, la reina Máxima, además de las próximas generaciones.
Ubicada bajo la Nieuwe Kerk (Iglesia Nueva) de Delft, la nueva cripta real es elegante y modesta, construida en hormigón y arcilla blanca, con moderna iluminación en paredes y debajo de los escalones. A lo largo de varios años de trabajos, se construyeron 24 nichos para los ataúdes de 25 miembros de la familia real.
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La familia real ahora tiene una escalera de caracol con su propia puerta exterior y un acceso más fácil a la tumba familiar, incluso cuando no hay funeral. Una puerta de acero color bronce comunica la nueva cripta con la antigua.
Solo dos personas tienen la llave de la cripta real: el alcalde de Delft y el director de las Colecciones Reales. Si el rey Guillermo, la reina Máxima u otro miembro de la familia real quieren visitar la cripta, tienen que pedirle la llave a una de estas dos personas.
La bóveda real había quedado llena tras el entierro de la reina Juliana y su esposo el príncipe Bernardo, ambos fallecidos en 2004, y solo quedaba sitio para un difunto en la cripta original. Para solucionar el dilema, nueve años después los 46 ataúdes reales se trasladaron bajo tierra, pero no fue suficiente.
La necesidad de un entierro digno para los miembros de la dinastía fue un asunto de Estado, y obligó al gobierno a comenzar los trabajos de ampliación: el gobierno neerlandés pagó 4,1 millones de euros por las obras, mientras el rey Guillermo Alejandro aportó 400.000 euros.
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La expansión de la cripta real fue "una gran operación de hormigón", "bastante emocionante" y "no exactamente libre de riesgos", según relató el arquitecto Gijsbert van Hoogevest, quien diseñó la cripta con "una enorme participación" de la familia real.
"La cripta tiene un diseño elegante, buena iluminación y buena ventilación", dijo la periodista Annemarie de Kunder, de la cadena RTL, que visitó el lugar. "También puedes caminar bien, en los sótanos viejos a menudo tienes que agacharte. También se han colocado bancos en los lados en los que puedes sentarte".
El primer entierro real en la Nieuwe Kerk fue el del príncipe Guillermo de Orange, en 1584, a pesar de que había declarado en su testamento que quería ser enterrado en Breda. Fue sepultado en el coro de la iglesia, pero su viuda, Luisa de Coligny, ordenó construir la cripta porque la tumba temporal era "la cosa más fea jamás vista" e "indigna de un estadista".
Entre 1614 y 1623 se completaron el monumento y la bóveda funeraria real, que se encuentra debajo del mausoleo de Guillermo y a la que se accede mediante una escalera por la que solo los miembros de la familia real pueden ingresar. La entrada fue abierta por última vez en diciembre de 2004, para el entierro del príncipe Bernardo.
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A lo largo de los siglos, la bóveda funeraria sufrió pequeñas ampliaciones y renovaciones. La entrada a la cripta está en la parte delantera del coro y está cubierta por una gran lápida, en la que está tallado el escudo de armas de Orange-Nassau y, en latín, el texto: “Aquí Guillermo I, el padre de la patria, espera la resurrección”.
Desde el entierro de Guillermo de Orange, casi todos los miembros masculinos de la Casa de Orange-Nassau fueron sepultados con sus consortes en la bóveda de Nieuwe Kerk, incluidas las reinas Guillermina (1898-1948) y Juliana (1948-1980). Casi todos los príncipes y princesas de la Casa (excepto aquellas que que se casaron y se mudaron al extranjero) están sepultadas allí.
Según la Ley de Servicios Funerarios para la Casa Real, todos los miembros de la familia real son "elegibles" para ser enterrados en la cripta si son parientes del rey hasta tercer grado, pero deben tener permiso del Ministro del Interior. Pero el príncipe Friso, segundo hijo de la reina Beatriz y fallecido en 2013 tras un accidente de esquí, está enterrado en Lage Vuursche, cerca del castillo donde vive su madre.
Para expandir la cripta esta vez, se tuvieron que limpiar otras 581 tumbas y 237 osarios, porque hasta el siglo XIX, los habitantes de Delft eran enterrados en Nieuwe Kerk o en la circundante Plaza del Mercado. Cuanto más ricos eran, más cerca del mausoleo real podían ser enterrados. Los esqueletos hallados se almacenarán para pruebas de ADN e isótopos.
ds