Comenzó la cuenta regresiva rumbo al balotaje en Brasil. Lula da Silva rápidamente dejó atrás el sinsabor del triunfo político que representó la reñida primera vuelta para su rival, el presidente Jair Bolsonaro. Así fue como fue sumando apoyos, entre ellos el de Simone Tebet, la tercera más votada, que se sumó a otras figuras que “en nombre de la democracia” manifestaron su apoyo al líder petista.
“Tenemos que unir a todos los sectores de la sociedad brasileña que creen en la democracia”, dijo el pasado domingo Lula da Silva desde su búnker en San Pablo, poco después de conocerse que el Bolsonaro, cebollita en las encuestas desde el principio, había reducido la brecha en casi seis puntos. El pragmático líder del Partido de los Trabajadores era consciente de la polarización que rigió la elección, la más fuerte desde 2006.
El desconcierto pasó rápido. El entorno de Lula, liderado por su esposa Rosangela da Silva, comenzó a mover sus fichas para captar los votos que saltaron la grieta el 2 de octubre. El resultado fue más que prometedor, dado que Simone Tebet, elegida por casi 5 millones de brasileños el pasado domingo, anunció que apoya al expresidente de cara a la segunda vuelta. Antes había sido Ciro Gomes, candidato del Partido Democrático Laborista (PDT), quien manifestó su apoyo a Lula da Silva. En total ambos fueron votados por un siete porciento del electorado.
El apoyo a Lula da Silva
Simone Tebet es senadora y lidera el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), sucesor del único partido opositor permitido durante la dictadura. Si bien es considerada de derecha, su programa de gobierno combina propuestas de las que algunas bien podrían ser de izquierda. Además, hay un elemento que considera irrenunciable en su pronunciamiento: el apego a la democracia.
“Aunque mantengo la crítica que hice sobre Luiz Inácio Lula da Silva, le daré mi voto, porque reconozco su compromiso con la democracia y la constitución, que no sé del actual presidente (Jair Bolsonaro)”, dijo Tebet.
Según los medios brasileños, la antigua profesora de 52 años obtendría a cambio de su apoyo al expresidente un importante cargo en el gabinete. Por otro lado, le dio vía libre a los líderes de su espacio a pronunciarse sobre los candidatos al balotaje.
Lula da Silva, por su parte, continúa tejiendo alianzas. Tebet se sumó al expresidente Fernando Henrique Cardoso, quien más temprano oficializó su apoyo a Lula da Silva, implícito en la primera etapa de la campaña. El apoyo del autor del plan real, antiguo adversario del líder petista, tiene que ver más con lo simbólico que con la tracción de votos, especialmente en términos de guiño a las élites empresariales.
No obstante, nada está dado por sentado en esta elección, condicionada no solo por la polarización sino por la fragmentación partidaria y la crisis del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), el partido de Cardoso, del que varios referentes manifestaron su apoyo a Bolsonaro. El desconcierto en el longevo partido es total luego de que Rodrigo Garcia, su candidato en la metrópoli de San Pablo (un histórico bastión), quedara fuera de la segunda vuelta en manos de los candidatos de la grieta: Tarcísio Gomes (Partido Liberal) y Fernando Haddad (PT), respectivamente.
Los apoyos de Bolsonaro
En contraste a lo "prometedor" -a priori- que parece el escenario para Lula, el presidente Jair Bolsonaro cosecha los apoyos de ocho gobernadores, entre ellos los de San Pablo, Río de Janeiro y Minas Gerais, los tres estados más importantes de Brasil cuyo comportamiento será crucial para definir la elección el próximo 30 de octubre.
Además, cuenta con el apoyo de Sergio Moro, el exjuez del Lava Jato que dictó sentencia contra Lula da Silva. El exministro de Justicia de Bolsonaro se postuló por primera vez y fue elegido senador del estado sureño de Paraná, con casi 1,9 millones de votos.
"Contra el proyecto de poder del PT, declaro, en la segunda vuelta, el apoyo a Bolsonaro", dijo Moro. A pesar de que parezca una obviedad, el apoyo del exjuez tiene más que ver con su antipetismo. Su vínculo con el jefe de estado se quebró en en abril de 2020, cuando renunció al gabinete tras acusarlo de interferir en investigaciones policiales contra sus familiares. "Está todo superado", deslizó Bolsonaro al respecto.
A diferencia de otras oportunidades, en este caso el bolsonarismo demostró su fuerza política más allá de su gestión de gobierno plagada de escándalos ligados a los ataques a la institucionalidad, la mala gestión de la pandemia y la devastación de la Amazonía.
CD / ED