“Buenos días, estoy en Londres para encontrarme con el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, y participar de la recepción ofrecida por el Rey Carlos III”. Ese fue el primer Twitter del presidente Lula da Silva, minutos antes de ingresar en el número 10 de Downing Street, la residencia del premier. Es su quinto viaje al exterior luego de asumir su tercer gobierno; y para su gobierno, la invitación del Palacio de Buckingham para participar de la coronación de Carlos III, es un indicativo del “relanzamiento de las relaciones diplomáticas” entre ambos países, que quedaron virtualmente sumergidas durante la gestión de Jair Bolsonaro.
En la reunión con Sunak, el premier le confirmó al presidente brasileño que Gran Bretaña está dispuesta a realizar una contribución con el Fondo del Amazonas, un subsidio internacional destinado a evitar la desaparición de la gran selva tropical: “Tengo el placer de anunciarle que va a invertir en el Fondo Amazonia” explicitó el primer ministro, sin hesitar, al informar también que el monto de la colaboración ascenderá a 100 millones de dólares, oferta que literalmente duplica la realizada por Estados Unidos, en ocasión de la entrevista en la Casa Blanca de Lula con Joe Biden.
Sunak añadió que ese gesto es también “un reconocimiento al trabajo y el liderazgo” del líder brasileño en la preservación ambiental. Lula le agradeció la medida y concordó con la necesidad de una urgente acción de su propio gobierno en el combate a los cambios climáticos.
Ante el británico Sunak, recordó el compromiso asumido en los foros mundiales: “Prometimos, y concretaremos, que la deforestación del Amazonas será cero, en 2030”. Pero enseguida formuló una advertencia sobre las “acciones de los países ricos”, que precisan “cumplir con sus propios compromisos y entender que las naciones con florestas ricas precisan recibir apoyo”.
Cuáles son los próximos pasos de Luiz Inácio Lula da Silva
El Fondo Amazonia fue impulsado en la COP 12, la Conferencia Mundial del Clima de 2006. Pero entró en vigencia el 1 de agosto de 2008. Durante los cuatro años de gobierno Bolsonaro, ese fondo estuvo paralizado. Y ahora, Brasil busca ser arte y parte de todos los foros mundiales de discusiones sobre la crisis climática. En gran medida, porque sabe que la supervivencia del Amazonas es lo que podrá amortizar las dramáticas circunstancias derivadas de los aumentos de temperatura de los océanos.
El proyecto de Lula, en las relaciones con los británicos, incluye además “un aumento significativo del intercambio comercial” y la cooperación tecnológica.
Después de esa cita, Lula fue invitado a la recepción que la Familia Real ofreció a los jefes de Estado presentes, que para asistir debieron ser convidados con antelación, pues se trata de una “confraternización reservada”. Esa gira ya tuvo repercusiones; la embajadora de GB en Brasilia, Stephanie Al-Qsq se regocijó hoy con los resultados de la misión brasileña que incluyó al canciller Mauro Vieira y el asesor presidencial en política externa Celso Amorim. “Excelente conversación entre el primer ministro y el presidente” tuiteó.
A la bilateral se le adjudicó la impronta clara del medio ambiente; pero nada se supo acerca de que se hubiera planteado el proyecto del gobierno de Lula para la paz en el conflicto Rusia-Ucrania. Todo indicaría que el tema hasta ahora no fue abordado; si bien fue parte importante de un diálogo entre Celso Amorim, el jueves por la mañana, y la embajadora norteamericana en las Naciones Unidas Linda-Thomas Greenfield.
En ese mitin, la diplomática reforzó el eje del discurso americano con relación a Brasil. Según un informe posterior, ella subrayó el compromiso de su país con el “desarrollo inclusivo y sustentable” y dijo que los fuertes lazos económicos entre ambos países sostienen el crecimiento de uno y del otro.