El día más esperado de Carlos III: fue coronado a los 74 años, aunque Diana decía que nunca sería rey
Ya era heredero del trono a los tres años y esperó siete largas décadas para suceder a su madre, Isabel II. Tras haber superado el desafío de convertir en reina a su impopular segunda esposa, Camilla, ahora tiene que demostrar que la primera, Diana, estaba equivocada.
Carlos III esperó casi 74 años para cumplir el papel de su vida, ocupar el trono británico, el empleo para el cual había sido "llamado por Dios". Y a pesar de que el eterno heredero ahora es un rey longevo del que se espera que no reine tantos años (tiene 74), el Reino Unido festejó este 6 de mayo por todo lo alto su coronación.
El monarca recibió la corona de San Eduardo y las joyas de la monarquía para inaugurar su reinado. Y todo esto pese a las advertencias de su primera esposa, Diana, que dijo que Carlos no estaba hecho para ser rey y nunca lo sería. Antes de su trágica muerte en 1997, la princesa de Gales habló sobre el futuro papel de Carlos y le reveló que tenía problemas con su papel como heredero.
Diana le dijo a la periodista Jenny Bond durante una conversación en el Palacio de Kensington que sentía que Carlos "nunca estuvo hecho para ser rey" y que tenía "demasiados problemas" como heredero al trono . "La verdad es que él sería mucho más feliz viviendo en la Toscana, pintando paisajes o estudiando arquitectura", le dijo.
El biógrafo Christopher Andersen dijo, por su parte, que Diana cuestionó si "The Boy Wonder", como se refirió a Carlos, podría asumir el papel cuando llegara el momento.
"Dijo en varias ocasiones que sabía que nunca sería reina y que estaba convencida de que Carlos nunca sería rey", explicó. "Ella creía mucho en las señales, los presagios y los sueños, y todos le decían que Guillermo, no Carlos, sucedería a Isabel II. Estaba equivocada en eso y en muchas otras cosas".
Decidido a demostrar que no es un anciano anclado en el pasado, y empecinado en demostrar que la monarquía todavía es funcional en el siglo XXI, Carlos III optó rápidamente por una coronación reducida, menos costosa, aunque los viejos rituales que se conservan significarán para él todo un desafío físico.
Nacido el 14 de noviembre de 1948, el rumbo de su vida quedó trazado para él cuando murió su abuelo, el rey Jorge VI, convirtiendo a su madre en reina. En 1958, su madre la reina Isabel II lo nombró príncipe de Gales, el título tradicional para los herederos que se remonta al siglo XIII.
Descrito como un niño sensible y torpe, fue intimidado en el severo internado de Gordonstoun en Escocia. Su sensato padre, el príncipe Felipe, fue un ex alumno y pensó que su régimen austero, y el clima escocés aún más duro, lo endurecerían. Pero ser enviado lejos amplió el abismo entre su padre, un brusco ex oficial de la Royal Navy, y su madre, que a menudo estaba en viajes oficiales.
Según la biografía autorizada de Carlos, la reina "no era indiferente" a su hijo, sino que estaba "desapegada", más entregada a su papel de reina. El hijo todavía tenía que inclinarse ante su madre, quien a su regreso de una gira internacional, después de seis meses de ausencia, no saludó a su hijo de cinco años con un abrazo, sino con un apretón de manos.
Carlos, de 20 años, fue coronado formalmente príncipe de Gales en una gran ceremonia televisada en el castillo de Caernarfon. En ese momento era estudiante en la Universidad de Cambridge, donde comenzó a interesarse por los desechos plásticos y la contaminación, y el futuro del planeta.
Durante los años 70, Carlos estuvo vinculado a una serie de mujeres y la prensa lo catalogaba como "como el soltero más codiciado del país": además lo vinculaban a princesas extranjeras, como Carolina de Mónaco o Astrid de Luxemburgo, en un intento por conseguirle esposa de sangre azul.
Todo cambió en 1981 cuando a la edad de 32 años Carlos se casó con Lady Diana, la hija del conde Spencer, en la Catedral de San Pablo en el centro de Londres. Ella tenía 20 años y él, 32. El príncipe Guillermo nació en 1982, mientras que el príncipe Harry, el autodenominado "repuesto", llegó dos años después. Durante esos años, Diana intentó suicidarse.
"Al principio de su matrimonio, Diana sintió que ella y Carlos tenían una especie de relación de yin y yang y que eventualmente formarían un equipo increíble como rey y reina", explicó Andersen. "Se enojó con esa idea cuando quedó claro que Carlos estaba realmente enamorado de Camilla.
"Diana comenzó a ver a Carlos como egoísta, mimado, petulante y, como el resto de la familia real, emocionalmente estrangulado. También sintió pena por él. Sabía lo frustrante que era pasar toda la vida esperando entre bastidores y cómo fue humillante para Carlos ser eclipsado, literalmente empujado a un lado por personas que querían ver mejor a su joven y popular esposa".
Pero pesar de los sentimientos de Diana, Jenny Bond dijo que la princesa de Gales reconoció "la fuerza del amor" que existía entre su esposo Carlos y la "rottweiller".
"En una de nuestras conversaciones privadas, me dijo que Camilla siempre había sido y sería el amor de la vida de Carlos y que su relación era más fuerte que cualquier matrimonio que él pudiera haber hecho", escribió Bond. "Me dijo que aceptaba que Camilla había sido discreta y leal... y que tal vez merecía 'algún tipo de reconocimiento'".
Carlos y Diana se separaron en 1992 y se divorciaron formalmente en 1996 después de revelaciones muy públicas de infidelidad por ambas partes, en una sucesión de escándalos que sacudieron a la Casa de Windsor. La popularidad de Carlos cayó al vacío.
En 1997, cuando Carlos había reanudado su relación con Camilla, Diana murió en un accidente automovilístico en París. El príncipe de Gales tuvo miedo de ser asesinado durante los masivos funerales de su exesposa, ya que los británicos lo culpaban, en parte, por el trágico destino de Lady Di.
La otra parte culpada fue Camilla. Sorteando la oposición de la familia real, la pareja de amantes hizo su primera aparición pública oficial en 1999 y, después de una campaña cuidadosamente calculada para ganar la aceptación pública de Camilla, se casaron en 2005.
Gran parte de la responsabilidad la tuvo la reina Isabel, que primero no quería "tener nada que ver" con Camilla, pero terminó reconociendo públicamente su apoyo a la esposa de su heredero y expresó su deseo de que fuera coronada reina.
Quienes conocen de cerca a Carlos III dicen que no es el mismo que hace 25 años. Por entonces "era una de las personas más tristes que he conocido", según su biógrafa Penny Junor. "Pero ahora esa tristeza tan evidente para mí hace tantos años se fue. Y la razón es Camilla".
"Amándolo y apoyándolo, Camilla le dio y continúa dándole fuerza y confianza que nunca antes había tenido", escribió. "Se interesó por su trabajo, quería leer sus discursos y escuchar sus pensamientos e ideas. Ella lo elogió y animó, lo hizo sentir bien consigo mismo, cosas que ni sus padres ni Diana habían hecho nunca".
"Diana habría estado absolutamente atónita ante la idea de que Camilla se casara con Carlos, y mucho menos ser coronada reina junto a él", dijo Andersen. "Hubiera sido impensable para ella, como lo fue para el resto de nosotros no hace tanto tiempo".
Pero Carlos "avanzó constantemente hacia el objetivo que claramente es el gran trabajo de su vida: la transformación de Camilla Parker Bowles de secreta culpable a la Reina ungida del Reino Unido", escribió Patrick Jephson, exsecretario de la princesa Diana. "Hoy ese trabajo estará completo".
Para Jephson, la coronación de Camilla "puede ser el final feliz que justifica años de conflictos maritales y décadas de daños colaterales. Tal vez, en las famosas palabras de la nuera del rey, Meghan Markle, ‘el amor gana'".
Según Andersen, Diana "llegó a admirar a Carlos y Camilla por el vínculo inquebrantable que compartían. Era el tipo de matrimonio por amor que ella misma había estado buscando desesperadamente pero, lamentablemente, nunca encontró realmente".
"Pero eso no significaba que pensara que Carlos sería un buen rey. Diana quería que Guillermo fuera la próxima persona coronada en la Abadía de Westminster", sentenció.
Entre la tradición y la modernidad
Carlos dijo una vez sobre su papel como príncipe heredero que "no hay una descripción del trabajo, por lo que debe inventarlo sobre la marcha". Pero desarrolló un gran interés por la arquitectura, el medio ambiente, la agricultura, la fe y la medicina alternativa.
Sus puntos de vista, particularmente sobre la agricultura orgánica y el cambio climático, una vez descartados como los de un chiflado, desde entonces se han convertido en la corriente principal. Al acceder al trono, existía la preocupación de que lucharía por mantener su consejo y mantenerse políticamente neutral como jefe de estado.
Pero Carlos ya tiene una larga experiencia en la diplomacia de alto nivel, ya que representó a su madre en visitas al extranjero después de que ella dejó de viajar al extranjero debido a su vejez. Sus hijos lo describieron como un gran trabajador, a quien a a veces encontraban dormido en su escritorio por la noche.
A veces puede estar irritable, como en la proclamación oficial de él como rey el año pasado, cuando un ayudante no le quitó un tintero lo suficientemente rápido. La propia Camilla lo definió como un hombre impaciente que "quiere que las cosas estén hechas para ayer", pero también como un abuelo cariñoso que lee cuentos a sus nietos "y hace las voces".
Después de tanto tiempo de espera, se entregó al trabajo con más carisma que su madre. El exembajador del Reino Unido en Francia, Peter Ricketts, dijo que Carlos era "un hombre cálido y emotivo, que quizás esté más preparado para expresar sus emociones que su madre... y que es muy bueno con la gente".
Detrás de escena, Carlos III se enfrenta a la difícil tarea de preservar las antiguas tradiciones de la monarquía y adaptarlas al mundo moderno. Pero el experto real Richard Fitzwilliams cree que será difícil para este rey septuagenario competir en popularidad con los jóvenes Guillermo y Kate: "Ellos son el futuro de la monarquía".
"Su madre llegó al trono como una princesa joven y popular, en una era de deferencia, cuando nadie cuestionaba el statu quo. Setenta años después, es un abuelo canoso y los tiempos y las actitudes cambiaron", reflexiona la biógrafa Penny Junor.
Carlos III "necesita hacer ver que la monarquía funciona en el mundo utilitario, igualitario y transparente de hoy, y salvaguardar para el futuro la institución a la que su amada madre dedicó su vida".
"En el momento en que sienta el peso de la corona de San Eduardo sobre su cabeza calva, las décadas de incertidumbre y espera habrán terminado, su destino se habrá cumplido", reflexionó.
