Más de 60 personas murieron este sábado en Irak en diversos ataques, pero entre ellos el atentado más sangriento se produjo cerca del mausoleo más importante de la ciudad santa chiita de Kerbala, cuando un coche bomba causó la muerte de unas 47 personas y dejó 62 heridos.
Poco después, un atentado suicida provocó la muerte de al menos diez personas y dejó heridas a otras 15 en el puente de Al Jadriya, en Bagdad, que une al barrio de mayoría chiita de Karrada con la zona de mayoría sunita de Al Saidiya.
A las víctimas civiles se suman cuatro soldados iraquíes que también murieron por disparos de mortero contra una base militar en Suweira, al sureste de Bagdad.
La explosión en Kerbala, el tercer lugar santo del islam, ocurrió en una estación de micros cercana a una zona comercial muy frecuentada este sábado a la mañana, tras el cierre del viernes, el día de oración para los musulmanes. Además, esa zona está situada a unos 200 metros del mausoleo del imán Hussein, una de las figuras más veneradas por los chiitas, decapitado en el año 680 por la dinastía sunita de los Omeyas.
Mujeres y niños se encuentran entre las víctimas del atentado, especificó la fuente médica, agregando que entre los heridos figuran cuatro iraníes. Según las imágenes de la televisión iraquí, numerosas personas se abalanzaron al lugar del atentado tras la explosión.
Estos atentados se producen dos días después de que un kamikaze entrase en la cafetería del Parlamento, en la Zona Verde ultraprotegida de la capital iraquí, e hiciese estallar su carga explosiva, causando la muerte de al menos tres personas, entre ellas un diputado.
Asimismo, la nueva ola de violencia llega cuando se cumplen dos meses del comienzo, el 14 de febrero, de un nuevo plan de seguridad para Bagdad, que prevé la llegada a Irak de otros 30.000 militares estadounidenses y el despliegue en Bagdad de 90.000 hombres, entre soldados norteamericanos e iraquíes, antes de junio para acabar con la violencia endémica que azota la capital.
Las autoridades iraquíes y el ejército estadounidenses aseguraron en varias ocasiones, que con la puesta en marcha del plan, disminuyó el número de ejecuciones sectarias y desaparecieron de las calles bagdadíes las milicias chiitas. Sin embargo, pese al gran despliegue de medios, las fuerzas de seguridad no logran impedir los atentados suicidas con coches bomba en las principales ciudades del país, que siguen causando decenas de muertos.
Observadores independientes e incluso militares estadounidenses y líderes iraquíes ya reconocieron que la solución de la violencia en Irak debe ser, en primer lugar, "política" y luego militar. En este clima de violencia sectaria, desconocidos armados atacaron este sábado el domicilio en Bagdad del sunita Adnan Al Dulaimi, jefe del Frente de la Concordia Nacional, el principal partido sunita del Parlamento iraquí con 44 diputados. Cinco guardias resultaron heridos en el ataque.