Por estas horas, Japón devuelve una imagen devastadora. A la crisis humanitaria en el país se suma el intento desesperado por tratar de contener el sistema de refrigeración en la central nuclear de Fukushima.
El Gobierno nipón reconoció en las últimas horas que la situación en la zona afectada "se está estabilizando" al tiempo que técnicos de la operadora de la planta extendían cables eléctricos hasta las unidades 1 y 2. Al tiempo que se conocían estas novedades, un nuevo sismo de 6, 1 en la escala de Ritcher sacudía al país asiático una vez más este sábado en Ibaraki, a 100 kilómetros al norte de la capital japonesa.
El secretario de Gabinete y portavoz de la nación azotada, Yukio Edano, señaló que en Ibaraki se registraron niveles de radiactividad “fuertemente superiores” a la norma en plantaciones de espinacas y en la leche producida en la zona de Fukushima y se intentaba determinar hacía dónde partieron esos cargamentos.