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Barack Obama tuvo ayer, durante su visita a Kenia, tierra de sus ancestros, un cruce público con el presidente keniano, Uhuru Kenyatta, al reclamar la igualdad de derechos para los homosexuales en el continente africano y comparar la homofobia con la discriminación racial que él mismo sufrió en Estados Unidos.
“He sido coherente en toda Africa sobre este tema. Cuando se comienza a tratar a la gente de forma diferente, porque son diferentes, ése es el camino donde la libertad empieza a erosionarse. Y pasan cosas malas”, dijo el presidente norteamericano durante una conferencia de prensa conjunta con Kenyatta.
“Como estadounidense de origen africano, soy dolorosamente consciente de lo que pasa cuando se trata a la gente de forma diferente ante la ley”, añadió Obama.
Uhuru Kenyatta respondió que “hay que admitir que en algunos temas no compartimos las mismas opiniones”.
“Es muy difícil para nosotros imponer a la población algo que ella misma no acepta. Es por ello que digo que hoy, para los kenianos, el tema de los derechos de los homosexuales no es un tema que se plantea”, afirmó Kenyatta.
Cooperación. Más allá de estas diferencias, Obama prometió una mayor cooperación en la lucha contra los islamistas somalíes shebab, que han cometido sangrientos ataques en Kenia. “Hemos reducido sistemáticamente el territorio que controlan. Hemos sido capaces de aminorar su control dentro de Somalia y hemos debilitado esas redes que operan aquí, en el este de Africa”, dijo Obama. “Eso no significa que el problema haya sido resuelto”, admitió.
La lucha contra el terrorismo es una prioridad en la agenda de la visita oficial de Obama, la primera al país donde nació su padre desde que llegó al poder, en 2009, y la primera de un presidente estadounidense en ejercicio.
La principal amenaza es la del grupo shebab, afiliado a Al Qaeda, responsable en Kenia del tiroteo en el centro comercial Westgate de Nairobi en 2013 (67 muertos), o la masacre en la Universidad de Garisa en abril (148 muertos).
Antes de su reunión con Kenyatta, Obama visitó el memorial en recuerdo a las víctimas del atentado de Al Qaeda contra la embajada estadounidense en Nairobi de 1998, en el que murieron 224 personas. Hoy, el presidente norteamericano tiene previsto reunirse con miembros de la sociedad civil, que lamentan las crecientes restricciones a las libertades en el país.