ansa / afp
Washington
Barack Obama se decidió: pasará por encima del Congreso e impulsará con decretos la reforma migratoria que la oposición republicana –que ahora domina el Parlamento– le bloquea desde hace tiempo.
“Las reformas ya se tendrían que haber realizado. Le di a la Cámara de Representantes más de un año para seguir adelante”, dijo ayer el presidente en Rangún, Myanmar, en una escala que hizo en su viaje a la Cumbre del G20 en Brisbane, Australia.
Obama parece decidido a pagar el costo político de gobernar con decretos. “Ya le había adelantado al presidente de la Cámara de Representantes (John Boehner) que si el Congreso no hace nada, yo usaré todo el peso de la ley para que el sistema funcione mejor, y eso es lo que va a pasar”.
La reacción de Boehner no se hizo esperar: “Vamos a luchar contra el presidente encarnizadamente si continúa por este camino. Esta es la forma incorrecta de gobernar. Esto es exactamente lo que el pueblo estadounidense dijo el día de elecciones que no quería. Por lo tanto, todas las opciones están sobre la mesa”.
Obama replicó que sus decretos quedarían invalidados si el Congreso aprobara una reforma. “Les recomiendo que, si realmente quieren adoptar un enfoque diferente, más que dedicar mucho tiempo a tratar de limitar mis acciones legales como jefe ejecutivo del gobierno de Estados Unidos encargado de imponer nuestras leyes de inmigración, dediquen tiempo a aprobar un proyecto de ley”, dijo.
Según fuentes hispanas con vínculos con la Casa Blanca, los decretos de Obama, que serían anunciados antes de fin de año, impedirían la deportación de unos cinco millones de inmigrantes ilegales y extenderían la protección contra la deportación a padres y cónyuges de ciudadanos estadounidenses.