“Es hora de hablar. El presidente está cavando su fosa. Que renuncie antes de ser renunciado”. “Ahórrenos, además del coronavirus, un largo proceso de impeachment”.
Habitualmente moderado y alejado de las polémicas desde hace años, el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso no tiene dudas: Jair Bolsonaro debe dejar el Palacio del Planalto.
La gota que colmó la paciencia de FHC, como lo conocen los brasileños, fue la decisión de Bolsonaro de echar a su ministro de Justicia, Sérgio Moro, el “héroe” del Lava Jato, símbolo de la lucha contra la corrupción que llevó a la cárcel a decenas de políticos, entre ellos al ex presidente Lula da Silva, y poderosos empresarios.
Moro acusó al presidente de despedirlo por negarse a forzar la salida de Maurício Valeixo de la Policía Federal (PF), que investiga varias denuncias contra los hijos del presidente, Carlos y Flavio. Bolsonaro “quería tener (al frente de la PF) a una persona de contacto personal, que le pudiese recoger informaciones, informes de inteligencia”, agregó Moro.
Inédito. El pedido de Cardoso se suma a un inédito coro unánime en la prensa brasileña, incluyendo aquellos medios conservadores que siempre fueron muy críticos con el Partido de los Trabajadores y recibieron con cierta expectativa la victoria de Bolsonaro. “Es necesario interrumpir la escalada destructiva de Bolsonaro antes de que él destruya al país”, editorializó ayer O Estado de São Paulo.
El presidente y su ex ministro continuaron ayer en las redes sociales su cruce de acusaciones. Bolsonaro recordó cómo apoyó a Moro cuando se conocieron las filtraciones sobre su accionar en el Lava Jato, en junio de 2019, que provocaron que el PT pidiera que se lo destituyera, y sostuvo que le había exigido un cargo en la Corte para sacar al jefe de la PF.
“También apoyé al presidente de la república cuando él fue injustamente atacado”, replicó Moro. “Pero preservar la Policía Federal de la interferencia política es una cuestión institucional, de Estado de derecho, y no de relaciones personales”.
La salida de Moro es un duro golpe para Bolsonaro. Un sondeo hecho tras el anuncio apunta a que el 67% de los entrevistados consideró que será muy negativa para el gobierno. Y también cayó el número de seguidores en las redes sociales, un elemento clave de su política de relacionamiento.
La Cámara de Diputados ya recibió más de veinte pedidos de impeachment contra Bolsonaro relacionados con casos anteriores. Ahora, con las denuncias de Moro, se presentaron varios más, entre ellos el del senador Randolph Rodrigues.
Para Rodrigues, del ecologista partido Red y líder de la oposición en la cámara alta, las declaraciones de Moro fueron como una delación premiada, la herramienta fundamental del Lava Jato, contra el presidente.
Denuncias. Las denuncias del ex ministro “son muy serias y tendrán consecuencias”, dijo por su parte Marco Aurelio Mello, uno de los ministros de la Corte. Para el magistrado, el presidente habría cometido un delito si se confirma que quería recibir informes de inteligencia de la Policía Federal.
Ayer, el sitio The Intercept, el mismo que divulgó audios que mostraban cómo Moro había condicionado las investigaciones de los fiscales contra el ex presidente Lula da Silva, publicó una nueva investigación contra el senador Flavio Bolsonaro por organización criminal, lavado de dinero y peculado.
Según el portal, la fiscalía de Río de Janeiro tiene pruebas de que el hijo del presidente desvió dinero público para que la “milicia”, los grupos paramilitares que dominan las barriadas pobres en torno a la ciudad, construyeran edificios en tierras preservadas.
Por su parte, Folha de São Paulo reveló que una investigación reservada del Supremo Tribunal Federal determinó que otro de los hijos del presidente, Carlos, concejal en Río de Janeiro, es el organizador de un grupo que monta noticias falsas e intimida a autoridades públicas por internet y las redes sociales, del que también es parte su hermano Eduardo.
Estas investigaciones que cierran el cerco contra Flavio Bolsonaro son los motivos por los que el presidente presionó a Moro, según la denuncia del ex ministro, para despedir al director de la Policía Federal, que también investiga el caso.