INTERNACIONAL

Para Dilma, el Petrolão es una tercera vuelta electoral

Hoy habrá una protesta contra el gobierno por la corrupción en Petrobras y la recesión económica. Piden la destitución de Rousseff. Temor al “fuego amigo” en el Congreso.

‘Fica dilma’. Fue la consigna que gritaron los manifestantes oficialistas.
| AFP

La crisis de la economía y el escándalo del Petrolão ahondaron el abismo que separa al gobierno de Dilma Rousseff de la oposición en Brasil, que se disputan la calle y las redes sociales en una especie de “tercer turno electoral” que mantiene en vilo al país. Mientras el oficialismo califica como “un intento de golpe” el pedido de impeachment a la presidenta, los dirigentes de la oposición llaman a marchar hoy en todo el país para protestar contra la corrupción en Petrobras.
“Dejen de buscar una tercera vuelta electoral. La elección se terminó y no puede haber un tercer turno de elecciones, a no ser que se quiera hacer una ruptura democrática”, disparó esta semana Rousseff. Ante el temor de perder la iniciativa popular, los sindicatos y militantes del Partido de los Trabajadores (PT) organizaron este viernes manifestaciones en respaldo al Ejecutivo. Otro que cuestionó ayer las protestas contra el gobierno fue el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, quien consideró que los pedidos de juicio político a la jefa de Estado carecen “de base jurídica”. Según el funcionario, es una “equivocación profunda” que “huele a golpe” pedir la destitución de Rousseff “justo después” de una “elección democrática”.

“El Petrolão es un caso de corrupción, no tiene nada que ver con una tercera vuelta. Esa interpretación es una defensa del PT y del gobierno de Dilma, que no tienen cómo responder a los hechos revelados por las investigaciones del Ministerio Público, que, en el caso de Brasil, es una institución independiente”, afirmó a PERFIL José Alvaro Moisés, profesor de Ciencia Política de la Universidad de San Pablo.
 
“Fuego amigo”. Un pedido de juicio político ya fue presentado por el diputado opositor Jair Bolsonaro, del derechista Partido Progresista. Sin embargo, el mayor temor del gobierno es que su coalición, que incluye al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), se rompa y deje a Rousseff con minoría en el Congreso. De esa forma, un eventual impeachment podría cercar a la presidenta.

Quien tiene la llave para archivar o reactivar el impeachment es el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, uno de los investigados por la fiscalía. Pese a que advirtió recientemente que no daría lugar a un recurso de ese tipo, el dirigente del PMDB sostuvo que la corrupción está en el Ejecutivo y lo acusó de pactar con el fiscal general Rodrigo Janot su inclusión en la lista de legisladores involucrados. “La mayor amenaza a la presidenta viene del fuego amigo. Su éxito político dependerá de su capacidad de recomponer la coalición y de amenizar los conflictos”, explicó Márcio Grijó Vilarouca, de la Fundación Getulio Vargas.

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Convocatoria. “Mañana (hoy) habrá manifestaciones pacíficas en todas partes. No habrá partidos ni sindicatos detrás. Sólo gente indignada con el estado de cosas en Brasil”, escribió ayer el senador José Serra, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) en la red social Twitter. La marcha será la contracara de la movilización oficialista del viernes, que, según la Policía Militarizada, reunió en San Pablo a 12 mil personas bajo la consigna “Dilma fica” (Quédate Dilma).

En el gobierno, sin embargo, hay una gran incertidumbre sobre las dimensiones que tendrá la marcha opositora de hoy. Ricardo Berzoini, ministro de Comunicaciones, sostuvo ayer que no se sorprendería si la protesta reúne a muchas personas. “Nuestro error fue habernos comunicado mal”, reveló a Folha do São Paulo, en una explícita autocrítica por la reacción ante la crisis económica y el Lava Jato. Sin embargo, el dirigente del PT también calificó de “golpismo” los pedidos de juicio político a Dilma.
Con cuatro años por delante, la primera mandataria atraviesa su momento más difícil desde que sucedió a Luiz Inácio Lula da Silva. La investigación judicial y la recesión de la economía conspiran contra su popularidad y el futuro de su gobierno. Además, las manifestaciones desnudaron la creciente polarización política de Brasil, perceptible desde las elecciones presidenciales del pasado octubre, cuando Rousseff fue reelegida en segunda vuelta por apenas 3% de ventaja sobre el senador opositor Aécio Neves.


Lula y el Mensalão
No sólo el Petrolão preocupa a la cúpula del PT. Los coletazos del Mensalão aún persiguen a su fundador, Luiz Inácio Lula da Silva. Según revelaciones difundidas ayer por la prensa brasileña, el ex presidente de Brasil se desligó ante la Policía Federal de su responsabilidad en el Mensalao, el escándalo de sobornos y corrupción que sacudió sus mandatos. La revista Veja reveló ayer la declaración que efectuó en diciembre del año pasado, en la que dijo no tener conocimiento de los aportes recibidos en la campaña presidencial de 2002, que lo llevó a la presidencia. El ex mandatario responsabilizó al por entonces tesorero del PT, Delúbio Soares, de ser el encargado de recaudar donaciones durante la campaña. Según la publicación brasileña, empresas prestadoras de servicios habrían financiado al entonces candidato para luego acceder a negocios y favores del Planalto.