El Departamento de Defensa de los Estados Unidos modificó su definición de la homosexualidad, a la que ya no calificará como “desorden mental”.
El flamante concepto tiene relación con las líneas guías que el Pentágono confecciona para reglamentar los procedimientos de retiro y o licencias de las fuerzas armadas para los miliares norteamericanos con “problemas físicos o de salud”.
De esta manera, la nueva definición de la homosexualidad está equiparada –con ese fin– a “condiciones” tan disímiles como la falta de control de esfínteres, tener miedo a volar, la tartamudez o la dislexia.
El resto de las condiciones incluidas para tomarse licencia en el máximo órgano militar tiene relación con las alergias o las picaduras de insectos, el sonambulismo, la obesidad y los mareos al viajar en automóvil o avión.
Sin embargo, la medida no modifica la política de “no preguntar, no decir”, que prohíbe a las jerarquías militares investigar la vida sexual de los soldados, pero sí impone retirar a quienes declaran abiertamente su homosexualidad.
El caso es que las nuevas reglas causaron un enorme disgusto para las organizaciones de derechos civiles que habían pedido un cambio tajante con relación a esta problemática: “Treinta años después de que la asociación norteamericana de psiquiatras quitó a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, ser gay todavía sigue siendo considerado un defecto”, protestó el diputado demócrata Marty Meehan, de la comisión de las Fuerzas Armadas.