Terminó la reunión del G7, los siete países industriales más grandes, en Taormina, Sicilia. El encuentro, que concentró a los jefes de estado de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, se centró en torno a la inmigración, el comercio, el cambio climático y el terrorismo. No obstante, las definiciones concretas fueron pocas.
En cuanto a la inmigración, según informó el diario británico The Guardian, el presidente estadounidense Donald Trump habría vetado los planes italianos de “movilidad humana”, por el cual se habrían reconocido derechos de inmigrantes, los factores que movilizan a los refugiados y su contribución a la sociedad receptora. Para el gobierno de Trump, el foco residía “en el derecho soberano de los estados de controlar sus propias fronteras y de poner limites claros en los niveles netos de inmigración como un elemento clave de su seguridad nacional”.
Los desacuerdos también se extendieron al comercio. Según una fuente de la Casa Blanca, el objetivo del presidente Trump era lograr “el comercio libre y justo, no tarifas altas”. Pero al mismo tiempo adoptó una posición dura respecto a sus pares europeos, luego de criticar a Alemania, acusándolos de ser “malos con el comercio.” Según trascendió, si bien se encontraron puntos en común, resta todavía elaborar un comunicado final en conjunto sobre el tema.
El cambio climático fue el otro punto difícil de la reunión. Luego de que fuentes cercanas alegaran que las opiniones del primer mandatario estadounidense, respecto al tema estaban evolucionando, Trump solicitó tiempo para definir si su administración ratificará los acuerdos climáticos de París que su antecesor, Barack Obama había negociado en 2015. Mientras los seis miembros restantes se pronunciaron en adhesión a los acuerdos, el presidente norteamericano se pronunciará la semana que viene.
Donde si hubo acuerdos, según comunicó el Premier italiano, Paolo Gentiloni, fue en torno al terrorismo islámico y su relación con países como Siria y Libia. En un comunicado emitido el viernes a la noche, los lideres del G7 repudiaron “en los términos más fuertes posibles toda forma de terrorismo”.
Tomando la posta, Theresa May, la primer ministro británica, que llegó a la cumbre sacudida por el atentado en la ciudad de Manchester de la semana pasada, delineó pasos para mejorar “el intercambio de inteligencia, la recolección de evidencia y el fortalecimiento de los procesos legales y policiales de cada país.”
