Un caso judicial en Alemania reavivó la discusión sobre la Ley de Autodeterminación de Género. Sven Liebich, figura conocida en los círculos neonazis por su activismo transfóbico, cambió su identidad legal a Marla-Svenja Liebich poco después de la entrada en vigor de la normativa en noviembre de 2024. Tras ser condenado a 18 meses de prisión por incitación al odio racial y difamación, exigió cumplir la pena en una cárcel femenina.
El juez encargado del proceso en Sajonia ordenó la semana pasada el inicio de la condena y fijó un plazo de dos semanas para que Liebich se presente, bajo riesgo de extender su tiempo de reclusión si no lo hace. Según confirmaron autoridades judiciales, la prisión asignada es la JVA de Chemnitz, destinada a mujeres.

El caso generó alarma tanto en sectores conservadores como progresistas. Mientras que el nuevo gobierno de centroderecha considera que el episodio demuestra un vacío legal que puede favorecer abusos, organizaciones de derechos humanos advirtieron que se está utilizando un hecho aislado para cuestionar los avances conseguidos en materia de igualdad.
El ministro del Interior, Alexander Dobrindt, declaró que la situación podría “sentar un mal precedente” y anunció que revisará la legislación. En la misma línea, el vocero de Justicia, Günter Krings, sostuvo que en Alemania el proceso de cambio de género legal es actualmente “demasiado sencillo”.
Por su parte, la autoridad penitenciaria de Chemnitz aclaró que toda persona privada de libertad pasa por una evaluación médica y psicológica antes de ser incorporada a la población general, lo que permitiría reubicar a Liebich en otro establecimiento en caso de riesgo para terceros.
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Un caso aislado enciende la disputa sobre una ley histórica
La Ley de Autodeterminación reemplazó en 2024 a la Ley de Transexuales de 1980, considerada obsoleta y restrictiva. Desde su aprobación por el anterior gobierno de coalición, las organizaciones trans la celebraron como un hito en el reconocimiento de derechos.
Para la experta jurídica Theresa Richarz, de la Federación Alemana para la Diversidad Queer, el caso de Liebich se convirtió en un recurso para “alimentar el discurso de odio” y desacreditar una legislación que busca proteger derechos fundamentales. Según advirtió, “este episodio puntual no debería ser usado para poner en riesgo los avances democráticos”.
En la misma línea, la diputada verde Nyke Slawik afirmó que restringir derechos por un caso aislado sería “populista y espantoso”. Recordó además que las personas trans enfrentan altos niveles de vulnerabilidad en prisión y que los delitos de odio contra la comunidad queer en Alemania se multiplicaron casi por diez entre 2010 y 2023.
TC / Gi