La Plaza de San Pedro vivirá este domingo la beatificación más numerosa jamás realizada por la Iglesia católica en un solo día. Pero la ceremonia, en la que alcanzarán el honor de los altares 498 religiosos considerados mártires de la II República (1931-1939) y la Guerra Civil española (1936-1939), ha desatado la polémica, ya que todos ellos murieron a manos de los republicanos.
Ninguno de los nuevos beatos fue víctima del bando nacional, liderado por el general Francisco Franco, cuyo alzamiento contra la República fue respaldado por la jerarquía eclesiástica, al igual que la dictadura que encabezó durante casi 40 años, entre 1939 y 1975.
Por ello, desde la izquierda se acusa a los obispos españoles de tener una visión selectiva y de fomentar una interpretación sesgada de la historia contemporánea de España.
Además, la ceremonia de beatificación tiene lugar pocos días antes de la previsible aprobación en el Congreso de los Diputados de la llamada Ley de Memoria Histórica, con la que el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero busca honrar a las víctimas de la represión franquista.
La Iglesia, al igual que el conservador Partido Popular (PP), siempre se ha opuesto a esa iniciativa, alegando que sólo servirá para abrir viejas heridas y quebrar el espíritu de la transición democrática que siguió a la dictadura.
Según la Conferencia Episcopal española (CEE), " la persecución religiosa en tiempos de la República fue la mayor conocida en la historia de España, y quizá en toda la historia de la Iglesia católica", por lo que la beatificación del domingo es un acto de justicia.
Al mismo tiempo, los obispos españoles rechazan que se trate de una ceremonia "megalómana" que busque contrarrestar los efectos de la Ley de Memoria Histórica. Argumentan, en este contexto, que las beatificaciones se llevan gestando desde hace años.
La ceremonia "no va ni está orquestada contra nadie", manifestó el secretario y portavoz de la CEE Juan Antonio Martínez Camino, quien aseveró que el único objetivo es reconocer como hijos heroicos a determinadas personas mártires y no "buscar culpables del martirio, ni discutir cuestiones históricas o políticas".
Críticos como Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, no lo ven así. En su opinión, el hecho de que la Iglesia, por un lado, busque la beatificación masiva de víctimas del bando republicano, y, por el otro, rechace la Ley de Memoria Histórica por considerar que abre viejas heridas, es una "paradoja moral, ética, política e histórica".
"Durante la Guerra Civil la Iglesia fue víctima y sufrió una hecatombe de proporciones solo comparables a las de México o Rusia, pero, a la vez, fue verdugo, estuvo con los verdugos desde el principio, bendijo el asesinato y delató a ciudadanos sabiendo que los llevaba al cementerio", manifestó Casanova en una entrevista con el diario El País.
En la ceremonia, que no será oficiada por el Papa Benedicto XVI pero sí contará con la presencia del Pontífice, serán beatificados dos obispos, 24 curas, 462 frailes y monjas, un diácono, un subdiácono, un seminarista y siete laicos.
Cinco de ellos nacieron fuera de España, ya que hay dos salesianos oriundos de Francia, un dominico y un carmelita de México y un agustino de Cuba.
En un intento por calmar los ánimos, Rodríguez Zapatero llamó a respetar tanto la Ley de Memoria Histórica como la ceremonia de beatificación del domingo. "Un país demuestra su madurez, su grado de concordia y su alto grado de capacidad de convivir si respeta que se reconozca a aquellos que sufrieron en la Guerra Civil y en la dictadura", dijo.
Además, el gobierno estará representado en el acto a alto nivel, ya que la delegación española la encabezará el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, un católico practicante que suele ir a misa todos los domingos.
Inicialmente, la ceremonia estaba prevista en la Basílica de San Pablo Extramuros, pero dado que la Conferencia Episcopal española espera congregar a cientos de miles de fieles, finalmente el Vaticano optó por la Plaza de San Pedro.