Las denuncias de corrupción y desvíos de dinero público costaron a la presidenta brasileña Dilma Rousseff la renuncia de un ministro por mes desde junio. El quinto y último es el de Deportes, Orlando Silva, encargado de organizar el Mundial de Fútbol-2014 y las Olimpíadas en 2016.
Las dimisiones en el seno del gobierno de Rousseff, comenzaron el 7 de junio, cuando el poderoso ministro jefe del Gobierno, Antonio Palocci, cayó tras semanas de polémica y denuncias por su súbito enriquecimiento haciendo consultorías mientras era diputado y coordinador de la campaña de la Presidenta. Palocci, quien había sido ministro de Hacienda de Luiz Inacio Lula da Silva, fue sustituido por dos mujeres poderosas cercanas a la presidenta: una nueva ministra jefe de Gobierno, Gleisi Hoffman, y la ministra de Relaciones Institucionales, Ideli Salvati, ambas del gobernante Partido de los Trabajadores (PT).
Casi un mes exacto después, el 6 de julio, renunció el ministro de Transportes, Alfredo Nascimento, tras denuncias de desvíos de dinero público en su cartera. Casi 30 altos cargos del ministerio cayeron por las denuncias de presunto cobro de sobornos a empresas constructoras.
Poco más de un mes después, el 17 de agosto, dimitió el ministro de Agricultura, Wagner Rossi, tras semanas de denuncias en la prensa sobre presuntos desvíos de dinero público en su cartera y sobre sus relaciones con una empresa agraria. Rossi fue sustituido por un diputado de su partido, el gigante Partido del Movimiento Democrático (PMDB, centro), principal aliado del gobierno.
Al mes siguiente le tocó el turno al ministro de Turismo, Pedro Novais, acusado de pagar con dinero del Congreso a empleados de su casa. Semanas antes, la policía había ordenado la detención de 36 personas vinculadas a esa cartera, incluido el número dos del ministerio, por presuntos desvíos de dinero público a través de programas y ONG.
El 15 de octubre aparecieron en la prensa las primeras denuncias contra el ministro de Deportes, quien perdió el cargo este miércoles.
Silva fue acusado de desvío de dinero público (hasta 23 millones de dólares) para él y para su Partido Comunista do Brasil (PCdoB), a través de ONG y de un programa para promover el deporte entre jóvenes pobres de ese ministerio, que tiene la responsabilidad de organizar la Copa del Mundo de Fútbol en 2014 y las Olimpíadas de 2016.
Rousseff perdió además a un sexto ministro en esos cuatro meses y medio, el de Defensa, Néstor Jobim, pero no por corrupción, sino por criticar públicamente a otros ministros. Heredera política de Lula, la flamante presidenta sorprendió a la opinión pública al forzar las dimisiones con celeridad, especialmente en los casos relacionados a denuncias de corrupción.