La reapertura al público de la Ciudad Prohibida de Beijing, uno de los atractivos turísticos centrales de la capital, marcó ayer el inicio de las primeras vacaciones para los chinos desde el inicio de la pandemia de Covid-19.
Todos con su correspondiente barbijo, algunos centenares de personas recorrieron ayer la Ciudad Prohibida, así como otros pasearon por los parques de Beijing.
En todo el país los lugares turísticos al aire libre han sido autorizados a reabrir, y solo pueden recibir un 30% de su capacidad habitual.
Durante estos cinco días de vacaciones nacionales por la Fiesta del Trabajo, no se esperan en cambio grandes afluencias, pues la gente permanece prudente ante un coronavirus que mató a 4.600 personas en China.
Este período de descanso debería generar un incremento inédito del turismo desde que estalló la crisis sanitaria a finales de enero. Especialmente gracias al fuerte descenso de la epidemia y el levantamiento de las restricciones de desplazamientos.
La Ciudad Prohibida de Pekín, inmenso complejo de 72 hectáreas y otrora residencia de los emperadores, reabrió ayer por primera vez en tres meses. “Mantengan sus distancias, protéjanse. ¡Les deseamos una agradable visita!”, repetía una voz femenina a través de un altavoz.
Para evitar las multitudes, las autoridades solo sacan a la venta 5 mil entradas diarias (80 mil antes de la epidemia), que se reservan por internet.
El resultado: los visitantes pueden disfrutar de una Ciudad Prohibida como nunca la habían visto. Los inmensos patios estaban ayer casi desiertos, en medio de los edificios de columnas rojas y tejas de color naranja.
Parques y paseos. En total, durante estas vacaciones del 1° al 5 de mayo, se efectuarán 117 millones de trayectos (tren, avión, coche) en China, prevé el Ministerio de Transportes. Es solo un tercio del volumen del año pasado. Pero ya es mucho para un país aún convaleciente del Covid-19.
China ya reanudó el trabajo, reabrió numerosas escuelas y levantó la mayoría de las restricciones a los desplazamientos. Sin un repunte de la epidemia por el momento: desde mediados de abril no se registró ningún nuevo fallecimiento.
Esta mejora hizo que la ciudad de Beijing suspendiera la obligación impuesta a los viajeros provenientes de zonas de riesgo de pasar una cuarentena de 14 días.
Pero en todo el país, la gente debe seguir llevando mascarilla, mostrar en sus teléfonos el “código de salud”, que atesta que no contagian el virus, o tomarse la temperatura en la entrada de parques, supermercados y edificios.
La epidemia dañó gravemente el sector del turismo, muy desarrollado en China gracias a una gran red de trenes de alta velocidad y a numerosas compañías aéreas.
“Todos las miradas están puestas ahora en China”, señala la firma especializada en aeronáutica Cirium. “Es un indicador de lo que podría pasar en otros países”.