Desde París
El líder ruso Vladimir Putin está tratando de provocar la caída de la canciller alemana Angela Merkel. Esa maniobra no forma parte de un delirio conspirativo, sino que fue denunciada –con lujo de detalles– por Norbert Roettgen, presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Bundestag, la cámara baja del Parlamento.
Como la desestabilización del gobierno de la primera potencia europea constituye un elemento particularmente grave, el tema fue analizado en la reciente reunión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Bruselas, y este fin de semana apareció en varias oportunidades en la Conferencia de Seguridad en Múnich.
Desde Alepo. El plan de Putin consiste en aumentar el flujo de migrantes que desean llegar a Alemania bombardeando ciudades sirias para forzar la salida de miles de personas.
Los bombardeos de los últimos días contra la ciudad de Alepo, realizados con complicidad del presidente sirio Bashar al Assad, provocaron un éxodo masivo de refugiados: se calcula que hay al menos 80 mil personas bloqueadas en la frontera con Turquía.
Desde que comenzó la presión migratoria, a mediados de 2015, los servicios de inteligencia europeos detectaron una fuerte actividad de agitadores en los campos de refugiados de la frontera turca, donde viven 2,5 millones de personas, tratando de incitar al éxodo hacia Europa. Esos agentes sirios operan teleguiados por el servicio de inteligencia ruso, el FSB, heredero de la KGB soviética.
El aparato de propaganda del Kremlin puso en funcionamiento todos sus recursos para mostrar un continente desestabilizado por el flujo de refugiados. El sistema de radio y televisión controlado por el gobierno se esfuerza en destacar las agresiones cometidas por los grupos xenófobos, los ataques de la extrema derecha, y la violencia de los refugiados.
Colonia. Esa campaña alcanzó su punto culminante con los incidentes de Año Nuevo en Colonia, donde grupos de jóvenes refugiados robaron, acosaron y agredieron sexualmente a varias mujeres. A mediados de enero, la cadena rusa Perviy Kanal difundió un largo reportaje sobre el caso de Lisa F., una joven de 17 años, quien fue “secuestrada y violada por extranjeros”. La denuncia fue acompañada por una serie de notas sobre “el nuevo clima que reina en Alemania” y testimonios sobre “violaciones de menores cometidas por refugiados”.
Pese a las desmentidas del gobierno, la denuncia la retomó incluso el canciller ruso Serguei Lavrov. Esa intervención constituyó “un intento de manipulación de la opinión pública alemana”, según el diputado Roettgen.
El objetivo: dejarla en minoría en el Parlamento
La crisis de refugiados hizo caer la popularidad de Merkel a 35% y puso en peligro sus posibilidades de reelección en 2017.
Putin está convencido de que con su campaña, conseguirá que la alianza cristiana CDU-CSU deje a Merkel en minoría en el Bundestag y designe en su lugar al ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble.
Para Putin, Merkel es la inspiradora de las sanciones económicas adoptadas por Europa en represalia por la anexión rusa de Crimea y la injerencia rusa en el conflicto de Ucrania, explica Judy Dempsey, experta de la fundación Carnegie Europe.
Para el norteamericano Mark Galeotti, otro experto en Rusia, no se trata sólo de una campaña contra Merkel, sino que concierne a toda Europa. “Cuanto más débil es la posición de Merkel –concluye Galeotti– más se debilita y más se divide Europa”.