Mariano Rajoy está ante la disyuntiva de elegir cuál será el verdugo de su gestión. Acorralado por las denuncias de sobresueldos, delitos fiscales y tráfico de influencias del ex tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, el presidente tendrá que optar en los próximos días entre tres opciones que amenazan con pulverizar su carrera política: no dar explicaciones al Parlamento y a la opinión pública, acudir al Congreso y responder a las preguntas de la oposición o renunciar al gobierno, tal como hizo Fernando de la Rúa en la crisis argentina de 2001.
El vendaval desatado por el ex tesorero, detenido hace dos semanas, puso a Rajoy en un dilema político, ya que no sólo su gobierno está desacreditado por la gestión de la crisis económica y del escándalo de corrupción, sino que todo el partido está cuestionado por los millonarios sobresueldos y la contabilidad ilegal. Quien ultimó al presidente a decidir si dará o no explicaciones a la opinión pública fue Alfredo Pérez Rubalcaba, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que amenazó esta semana con una moción de censura en caso de que el jefe de Estado no comparezca ante el Congreso. Desde el retorno democrático en España, sólo hubo dos medidas similares.
Sin embargo, la iniciativa de la oposición tendría un carácter simbólico, ya que el PP bloquearía con su mayoría absoluta –de 185 parlamentarios– la moción, evitando así que Rajoy responda preguntas de los legisladores. “Sería la primera moción de censura en la historia del régimen político actual en la que el presidente no se defiende. Esto revela una crisis institucional seria. El objetivo del PSOE no es tanto enfrentar al PP, sino empujarlo a que cambie de presidente. Si Rajoy no acude al Parlamento, se reforzaría la imagen de presidente cobarde y mediocre que no responde a preguntas y que, cuando lo hace, saca notas con las respuestas escritas”, explicó a PERFIL Pablo Iglesias, profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense.
Lo cierto es que en el PP buscan fórmulas para que Rajoy vaya al Congreso y evite la moción de censura de la oposición, que podría tener una fuerte repercusión internacional y dañar aún más la economía española. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría adelantó ayer que Rajoy “ha dado, da y dará” las explicaciones que sean “necesarias y oportunas”. La estrategia del PP es que el primer mandatario acuda a una sesión de control, en la que sólo se permiten tres preguntas y el presidente tiene dos minutos y medio para responder cada una de ellas. En cambio, si prosperase la moción de censura, Rajoy sería interpelado más extensamente.
En su peor momento al frente del Ejecutivo, Rajoy busca aferrarse a su cargo y evitar imitar los pasos de De la Rúa. Sin embargo, ese destino aún no aparece en su horizonte, ya que hace valer su mayoría en el Congreso para aprobar medidas de ajuste y bloquear iniciativas de la oposición. El fantasma que hostiga a Rajoy es Bárcenas, que con sus denuncias podría convertirse en el verdugo de su carrera política.
