El 12 de octubre en Brasil se celebra el día de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, santa patrona del país. Pero en la ciudad de Río de Janeiro el festejo es doble, porque el Cristo Redentor, figura emblemática que se levanta sobre el Corcovado, cumple 80 años.
Con sólo alzar la mirada hacia el morro de 710 metros de altura se aprecia su magnífica figura que bendice la cidade maravilhosa.
El autor de la colosal obra de 1.145 toneladas fue el ingeniero Heitor da Silva Costa. El revestimiento en piedra jabón, el rostro y las manos concebidas como piezas escultóricas por el francés Paul Landowski y el trabajo del maestro de obras, Heitor Levy, entre otros, hicieron del Cristo una fuente de inspiración.
Para citar un ejemplo, el músico y compositor nacido en Río de Janeiro, Tom Jobim (1927-1994) escribió en “Samba do Avião”: “Cristo Redentor, braços abertos sobre a Guanabara. Este Samba é só porque, Rio, eu gosto de você”.
Desde 1931, Río de Janeiro y el Cristo, considerado desde 2007 como una de las siete maravillas del mundo moderno, la única del siglo XX, son inseparables.
Washington Fajardo, Subsecretario de Patrimonio Cultural, Intervención Urbana, Arquitectura y Diseño de la ciudad de Río de Janeiro, afirmó que “si bien existe una estrecha relación con la Iglesia Católica, el Cristo Redentor es un símbolo de Brasil y de la ciudad, una expresión de generosidad y amor sin límites”.
Asimismo, en relación con el aspecto técnico de la obra, explicó que “la piedra jabón que se utilizó tiene su origen en Aleijadinho, escultor de Minas Gerais”, considerado el representante principal del estilo barroco minero. Además, “ese tipo de piedra posee características perfectas para nuestro clima, a causa de las elevadas temperaturas”. No obstante, en su aspecto estético, la piedra también cumple una función esencial, porque gracias a ella “el Cristo tiene una imagen clara y limpia”.
En lo que respecta a la celebración, la ciudad se prepara para el “Show de la Paz” que se iniciará a las 18 con invitados especiales de la música nacional e internacional. Para aquellos que quieran asistir sólo existe un requisito: vestirse de blanco. Una fiesta colectiva que refleja el proceso de construcción del Cristo, que fue, como explicó Washington Fajardo, “un trabajo del pueblo, en donde las personas se juntaban para pegar los pedazos de piedras”.
El Cristo Redentor es “el resultado del esfuerzo colectivo. Por eso, cuando uno mira hacia él lo ve más allá de la religión, lo ve como una obra de arte”, afirma Washington. Y concluye: "Es una obra de gran belleza y significado que perdurará para siempre".
(*) Periodista. Especial para Perfil.com, desde Río de Janeiro.