afp/ap/dpa
Desde Teherán
Tras el histórico diálogo telefónico con Barack Obama, el presidente iraní, Hassan Rohani, regresó ayer a Irán proveniente de Nueva York, luego de participar de la Asamblea General de la ONU, y fue recibido por una multitud, dividida entre la ovación al “valiente presidente” y la crítica por su proceder “moderado” ante Estados Unidos y las Naciones Unidas.
Los manifestantes que apoyaban al mandatario, electo en junio en primera vuelta, gritaban las consignas “Queremos la paz, no la guerra” y “Viva Rohani, viva Mohammad Jatami”, en referencia al ex presidente reformista. Esos grupos portaban, además, imágenes de Hashemi Rafsanjani, otro ex mandatario, de línea pragmática y moderada, que apoya al actual jefe de gobierno.
Del otro lado, un grupo de personas enfurecidas arrojó zapatos contra el automóvil que trasladaba a Rohani, en gesto de desaprobación por su acercamiento a Occidente. Un zapato llegó a impactar contra el vehículo, según informó la agencia de noticias Mehr. En tanto, decenas de personas agredieron a un guardaespaldas del presidente y a un grupo de periodistas, al tiempo que vociferaban “Muerte a Estados Unidos” y “Ningún compromiso, sino lucha contra Estados Unidos”.
La llegada de Rohani a Teherán, y el recibimiento de acogida y rechazo, ocurrió al día siguiente de la histórica llamada telefónica que el clérigo iraní mantuvo con Obama.
Según las autoridades iraníes, tras las “declaraciones transparentes” de Rohani sobre la cuestión nuclear, Occidente debería remover las sanciones internacionales contra Teherán. “En reacción a las declaraciones explícitas y transparentes de la República Islámica de Irán, esperamos que la contraparte demuestre su propia voluntad en un acto práctico”, declaró el parlamentario Ahmad Shohani al canal oficial iraní Press TV. “Irán formuló su propio mensaje a países occidentales y a Estados Unidos, y ahora corresponde a ellos levantar las injustas sanciones contra los inalienables derechos del país”, agregó el legislador.
Rohani tiene por delante la difícil misión de intentar unir al país detrás de su iniciativa de distensión con las potencias occidentales. Para garantizar ese acercamiento, el mandatario propuso avanzar hacia un posible acuerdo sobre su programa nuclear que permita el levantamiento de las sanciones económicas. El esfuerzo de Rohani parece tener el respaldo crucial del líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei.
Pero incluso ese apoyo parece ser insuficiente para acallar las críticas de los sectores más radicales de la Revolución Islámica. Rohani adoptó una política de moderación, en un marcado contraste con el estilo ampuloso del ex presidente Mahmoud Ahmadinejad.