Rusia está viviendo días trágicos por el recrudecimiento de la pandemia de Covid-19. A los números récord de nuevos contagios y fallecimientos por la enfermedad, la cuna de la vacuna Sputnik V es uno de los países que menos personas ha vacunado y donde proliferan los certificados de vacunación truchos.
El gobierno de Vladimir Putin solo atina a culpar a los propios rusos de lo que está pasando: "El problema es la toma de conciencia de los ciudadanos".
Desde junio, Rusia se enfrenta a una nueva ola de la epidemia provocada por la aparición de variantes más agresivas, el escaso cumplimiento del uso de los barbijos y una más que lenta campaña de vacunación. Apenas un tercio de los rusos fue inmunizado desde la aparición de la primera vacuna nacional, Sputnik V, en diciembre de 2020, todo un fracaso que puede explicarse sobre todo por la desconfianza de la población hacia las autoridades.
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El país registra hasta el momento 8,12 millones de casos de coronavirus y en las últimas horas se han confirmado tres fallecimientos por la subvariante AY.4.2, que según los expertos del Instituto Sanger de Cambridge y del Instituto de Genética de University College de Londres, puede ser un 10-15% más infecciosa que Delta.
La cifra de muertos se eleva a 229.528 personas desde el inicio de la pandemia, lo que convierte a Rusia en el país más afectado de Europa. Pero estos datos se subestiman en gran medida, ya que la agencia estatal de estadísticas Rosstat considera que se produjeron más de 400.0000 decesos hasta finales de agosto.
"El problema es la toma de conciencia de los ciudadanos"
Frente a este funesto escenario, los dirigentes han tardado en reaccionar e imponer medidas restrictivas por temor a debilitar una economía ya tambaleante: Vladimir Putin decretó finalmente siete días libres, del 30 de octubre al 7 de noviembre, en un intento de frenar la propagación del virus, mientras el Ayuntamiento de Moscú, donde se halla el principal foco epidémico del país, cerró todas las empresas y comercios no esenciales durante once días a partir del 28 de octubre.
"La situación en Moscú se está desarrollando según el peor escenario previsto", dijo el alcalde Serghei Sobyanin en el sitio web de su oficina.
En San Petersburgo un grupo de trabajadores sanitarios fue acusado de haber vendido certificados oficiales de vacunación contra el Covid-19 sin haber aplicados las inyecciones, a cambio de más de 100.000 rublos (1.400 dólares). Después introducían los datos de la falsa vacunación de los pacientes en el registro nacional de personas protegidas contra el covid-19. Al menos doce personas se han beneficiado de este sistema.
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Ante este panorama, el Kremlin admitió el viernes (22 de octubre) que su campaña de vacunación había fracasado en comparación con la de Europa, pero culpó de ello a la población, reacia a vacunarse, en plena ola epidémica.
"Estamos en una situación peor que la de toda una serie de países europeos en lo que respecta a la vacunación. Y, de golpe, con el impulso de variantes más agresivas, hay más gente que cae enferma, esa es la realidad del momento", declaró a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Para el vocero de Putin, la actuación del Estado no debería ponerse en entredicho, sino más bien la de la población. "El problema es la toma de conciencia de los ciudadanos", señaló el portavoz, quien tampoco se vacunó (algo que justificó diciendo que tenía un nivel alto de anticuerpos, al haber pasado la enfermedad en mayo de 2020).
ds