Desde París
El ex presidente francés Nicolas Sarkozy obtuvo ayer una victoria pírrica al ser elegido como nuevo líder del partido conservador Unión para una Mayoría Popular (UMP) con 64,5% de los votos. Al término de una elección interna en la cual votaron sólo 54,3% de los 268 mil afiliados, sus rivales Bruno Le Maire y Hervé Mariton obtuvieron 29,2% y 6,3% de los sufragios respectivamente.
A pesar de las apariencias, ese resultado y la escasa participación constituyen una enorme decepción para Sarkozy, que a los 59 años esperaba movilizar masivamente a su partido y reunir por los menos 70% de los votos para lanzarse a la conquista del Palacio del Elíseo en 2017. En la última batalla interna, en 2004, había sido proclamado con el 85% de los sufragios. Esa victoria propulsó su candidatura para llegar al poder en 2007. Hasta hace algunas semanas, los estrategas de su campaña esperaban reunir por lo menos 80%, pero en los últimos días bajaron sus aspiraciones a 70%. La sentencia final de los afiliados, que votaron únicamente por internet, le otorga a Sarkozy la legitimidad necesaria para dirigir el movimiento, cuyas estructuras prometió reformar, además de cambiarle el nombre.
“Tiene la legitimidad, pero no los plenos poderes para imponer su voluntad al partido”, declaró uno de los asesores de Bruno Le Maire.
Renacer. “Esta votación marca el renacimiento de nuestra familia política”, declaró Sarkozy en un mensaje por Facebook poco después de conocer los resultados. En ese texto, prometió reunirse a partir del lunes con los principales dirigentes de la UMP para “crear las condiciones de una amplia reunificación”.
“Le Maire será un personaje ineludible”, reconoció el diario conservador Le Figaro, ferviente partidario de Sarkozy.
La mayoría de los comentaristas políticos reconoce que los resultados de la elección no pueden ser considerados como una victoria de Sarkozy. En primer lugar, porque no alcanzó sus objetivos al término de la batalla interna más desgastante, opaca, sucia y humillante que conoció el gaullismo en toda su historia.
En segundo término, es la primera vez que un ex presidente tiene que someterse a la vejación de pelear dos elecciones internas (la actual por el liderazgo del partido y otra en 2016 por la candidatura presidencial).
Decepciones. Los resultados del sábado se suman a las decepciones que acumuló desde que anunció su regreso a la vida política, en septiembre. Fuera de la esfera partidaria, 57% de los franceses no considera a Sarkozy como una alternativa al gobierno socialista de François Hollande. Este resultado potencia las posibilidades del ex primer ministro Alain Juppé, precandidato para 2017.