La australiana Mel Greig, conductora de un programa radial, se hizo pasar por la reina Isabel II de Inglaterra, y su colega Michael Christian fingió ser el príncipe Carlos. ¿El motivo? Obtener por teléfono datos médicos sobre la salud de Kate Middleton, la esposa del príncipe Guillermo, internada desde el lunes por una afección relacionada con su embarazo.
Según la grabación de su conversación, subida a internet, los dos locutores de la radio australiana 2Day FM consiguieron comunicarse con una de las enfermeras que atienden a la duquesa y ésta, confiada, les dio noticias de la paciente. "¿Podría, por favor, hablar con Kate, mi nieta?", preguntó la locutora, imitando la voz de la reina Isabel, a la recepcionista. Mientras esperaban, el otro locutor comentó incrédulo: “¿Nos pasan? Si funciona será el engaño más fácil que hayamos montado jamás“.
Una enfermera le informó a la "reina" que Kate dormía y que había "pasado una noche tranquila“. “La hemos rehidratado porque estaba muy deshidratada cuando llegó, pero a esta hora está estable“, agregó. “Bueno, entonces voy a dar de comer a mis corgis (los perros de la reina)“, respondió la locutora, mientras sus compañeros imitaban ladridos de perros en el estudio. Horas más tarde, la emisora se disculpó a través de Twitter por lo que consideraba una broma “hecha con las mejores intenciones" y envió sus mejores deseos a la duquesa de Cambridge.
El Hospital King Edward VII de Londres, una prestigiosa institución privada que atiende a la realeza británica, reconoció su error, señalando que “se había producido una corta conversación con un miembro del personal de enfermería” y dijo estar "revisando (sus) protocolos telefónicos". Las autoridades dijeron que la confidencialidad de sus pacientes es una de sus máximas prioridades y calificaron el hecho como "una broma despreciable".
Esta no es la primera vez que la Familia Real británica es blanco de bromas telefónicas. En 1995, el disc jockey canadiense Pierre Brassard, fingiendo ser el primer ministro de Canadá, Jean Chretien, fue transferido directamente por teléfono a la habitación de Isabel II, quien habló por algunos minutos desde el Palacio de Buckingham, hasta darse cuenta que era una broma.
(*) especial para Perfil.com