Paris - Baños de masas, invitados estrella y promesas de última hora fue lo que abundó a tres días de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Francia. Los candidatos celebraron este jueves sus últimos grandes mítines con la esperanza de convencer a los millones de indecisos que aún no se inclinan por una postura.
La candidata socialista, Ségolène Royal, celebró su último gran mitin cobijada por el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien expresó en Toulouse todo su apoyo y admiración a quien ha demostrado "pasión por su país y compromiso con su gente".
" Sé que puede presidir a los franceses. Ella representa el ímpetu personal, la frescura de ánimo y el optimismo", clamó el socialista Rodríguez Zapatero ante miles de personas. Royal es segunda en intención de voto por detrás del conservador Nicolas Sarkozy en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas que se celebrará el domingo 22 de abril.
Entre "vivas" y "olés", Rodríguez Zapatero recordó que Toulouse es la tierra que acogió a los exiliados republicanos españoles tras la guerra civil (1936-1939). Agarrados de la mano y haciendo la señal de la victoria entre sus respectivas banderas y la de Europa, Royal y Zapatero anunciaron que la victoria socialista en Francia hará que los dos países formen un dúo comprometido con Europa y un frente común en materia de inmigración, lucha antiterrorista, igualdad de género o energías renovables.
"El voto útil y claro es el voto a Ségolène Royal el domingo", clamó por su parte el primer secretario de los socialistas franceses y compañero sentimental de la candidata, François Hollande.
Por su parte, el candidato conservador a la presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy, reiteró su posición firme en sus temas favoritos --la seguridad y la inmigración-- en su último baño de multitudes en Marsella.
"Un presidente que no quiere hacer frente al problema de la inseguridad es demagogo e irresponsable", dijo a una audiencia entregada de unos 20.000 simpatizantes ante la que se ratificó en su discurso de mano dura contra la delincuencia y el crimen, a ratos en tono arrogante.
Sobre la inmigración repitió que " Francia no puede acoger a todos los inmigrantes" pero, recordando el origen extranjero de su familia, se presentó como un presidente abierto a los franceses de toda procedencia. "Hijos de italianos, polacos, de republicanos españoles, cristianos, musulmanes, judíos... sueño con que puedan compartir el mismo orgullo de ser franceses, proclamó.
Dirigiéndose a la oposición, el líder de la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP) y favorito en las presidenciales del domingo dijo que "hay una crisis moral en Francia y poco importa si esta crisis no gusta a una izquierda demasiado mundana".
Por su parte, el tercero en las encuestas, el centrista François Bayrou, atacó en un mitin en Pau a "estos dos partidos agotados que nos han llevado al precipicio" y aseguró que llegará "a la segunda vuelta". El cuarto en los sondeos, el candidato de extrema derecha Jean-Marie Le Pen, vaticinó una "gran ola nacional que barrerá a la oligarquía" tras las elecciones, en su última arenga en Niza (sureste).
En este momento, Sarkozy cuenta con entre un 27% y un 30% de intenciones de voto, seguido de Royal, con entre 22,5% y 25%, Bayrou, con entre 17% y 19,5% y el líder de la extrema derecha, Jean Marie Le Pen, con entre 12,5% y 16%. En la segunda vuelta, las encuestas coinciden en que Sarkozy derrotaría a Royal.
Los autores de los sondeos coinciden en que el voto a Bayrou, compuesto esencialmente de decepcionados de derecha e izquierda, es el más volátil, pero también el que hará que la balanza se incline hacia un lado u otro el domingo.
"Lo que está claro es la indecisión. Los franceses desean un cambio (...) y el problema es que hay tres candidatos en cabeza que prometen realizarlo", declaró a la prensa Emmanuel Rivière, del instituto Sofres. La campaña electoral concluye el viernes a medianoche.