Dejó de llover hoy en Taipei y Ma Ying-jeou, un abogado graduado en Harvard de 55 años, pudo jurar como nuevo presidente de Taiwán con todo el brillo de la ocasión. Lo hizo en su despacho con la mano derecha en alto frente al retrato del padre de la Nación y fundador de la Republica, el doctor Sun Yat-sen. Luego, Ma, el atlético jefe del Kuomintang, el Partido Nacionalista, se traslado a un moderno estadio cerrado, donde dio su primer discurso en el marco de un show que mezcló fragmentos de la Opera China, cantantes populares, danzas guerreras, coros y la actuación de la Filarmónica de Taipei. Fueron palabras muy esperadas las de Ma en toda esta región porque la vuelta al poder del Kuomintang puede marcar un histórico acercamiento de Taiwán con China, dos países que varias veces estuvieron a punto de agarrarse literalmente a los tiros.
Ma no defraudó las expectativas e invitó al gobierno chino a "cesar las hostilidades y reconciliarnos", a "iniciar un camino de paz y prosperidad conjunta". El nuevo presidente de Taiwán, una isla pequeña y pobre en recursos naturales que, sin embargo, ha logrado transformarse en la economía numero 16 del mundo gracias a su liderazgo en alta tecnología, tendió la mano a China para "reanudar las negociaciones a la brevedad posible". Claro que puso algunas condiciones: su país no esta dispuesto a renunciar a la democracia, ni a la economía de libre mercado, ni a sus estrechos lazos con Estados Unidos, al que calificó como "nuestro respetado aliado de seguridad y socio comercial".
Pero, los taiwaneses lucen cansados de las tensiones políticas con los chinos de los últimos ocho años, cuando esta isla fue gobernada por los independentistas. Precisamente, el triunfo de Ma es consecuencia de ese estado de ánimo. Los taiwaneses creen que el estancamiento económico que los afecta puede solucionarse si mejoran las relaciones comerciales con China y si pueden aprovechar mejor las oportunidades económicas que ofrece el gigantesco mercado que tienen al alcance de la mano.
También del lado chino existe voluntad de negociar, al menos es lo que ha dicho el presidente Hu Jintao en las últimas semanas.
China fue una sola hasta 1949, cuando Mao derrotó a Chang Kai-shek en la guerra civil y el vencido cruzó el estrecho y se refugio en la isla de Taiwán con mas de un millón de seguidores. Los taiwaneses contaron con un macizo respaldo económico y militar de los norteamericanos, que, unido a virtudes propias, como la disciplina, el pragmatismo y la laboriosidad, les permitió alcanzar un elevado grado de desarrollo, al punto que ahora ocupan los primeros lugares en la elaboración y venta de cincuenta productos vinculados a la computación.
*Editor del diario Perfil. Desde Taipei.