INTERNACIONAL

“Todos somos discípulos”

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Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son apenas un librito de “apuntes”, que Ignacio comenzó a escribir siendo laico, en la primera etapa de su conversión, y a los que terminó de dar forma ya sacerdote y padre general de la Compañía de Jesús. Se trata de un libro “interactivo” diríamos hoy, al que uno le saca lo mejor que tiene si se anima a “hacer” los ejercicios que Ignacio propone. Estos ejercicios son “espirituales”, no en el sentido de opuestos a físicos, ya que Ignacio le da mucha importancia al ritmo de las oraciones, a la postura con que uno reza, al moderarse en las comidas y el sueño. Lo son en un sentido totalmente cristiano: para nosotros el Evangelio es una “relectura” de la vida, muerte y resurrección de Jesús inspirada por el Espíritu Santo. Así, cuando uno hace los ejercicios y contempla la vida de Jesús, lo hace buscando abrirse a la gracia del Espíritu, que inspiró cada parábola y cada escena, para despertar la fe y el amor a Jesús en la gente. Son espirituales también en un sentido humano “integral”, afectivo, diríamos: apuntan a apasionarse con las propuestas de vida de Jesús, no sólo a pensarlas intelectualmente sino a meter el corazón y las pasiones al servicio del Evangelio. Para lo cual es necesario “desapasionarse” de otras cosas que, más allá de un juicio moral sobre si son buenas o malas, no merecen que les dediquemos toda la energía de nuestra corta vida. Que el Papa haga sus ejercicios de año como cualquier cristiano es indicativo de cómo ante Jesucristo siempre somos discípulos: criaturas que necesitan adorar gratuitamente al que gratuitamente las creó, pecadores necesitados de perdón y conversión, gente creativa que necesita ser convocada a una gran misión. Estas cosas son las que entran en juego cuando uno se mete a “hacer los ejercicios espirituales”.

*Jesuita argentino, organizó los ejercicios espirituales de los que participó el Papa.