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en pocos dias se define su suerte

Triste, solitaria y final: los últimos días de Dilma Rousseff en el poder

La presidenta de Brasil sufrió un nuevo revés esta semana en el Senado y quedó a un paso de la destitución. Pasa sus días leyendo, mirando películas y paseando en bicicleta.

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Entrevistas. Aún recibe a la prensa en el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial donde vive junto a su madre, de 92 años. | cedoc

Con la amarga certeza de saberse derrotada, Dilma Rousseff vive con tristeza sus últimos días en el poder. La aún presidenta de Brasil espera que llegue el próximo 25 de agosto, cuando el Senado votará su destitución y confirmará en el Planalto al hoy interino Michel Temer, el principal artífice de su caída. La jefa de Estado aguarda en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial donde vive junto a su madre, de 92 años, el inminente final. Allí recibe a periodistas y a sus más fieles colaboradores, pero ya no participa de grandes actos políticos ni moviliza a las bases del Partido de los Trabajadores (PT).

Recientemente, confesó estar “triste” por no asistir a la inauguración de los Juegos Olímpicos, tras recibir la antorcha en mayo y participar de todos los preparativos previos a la máxima fiesta deportiva. En sus ratos libres, lee, mira películas y documentales por Netflix y pasea en bicicleta por Brasilia. Su soledad actual contrasta con los 54 millones de votos que cosechó en la última elección presidencial.

Familia. Rousseff viaja casi todos los fines de semana a Porto Alegre, donde viven su hija y sus nietos. Según publicó Folha de S. Paulo, la mandataria planea viajar al extranjero en caso de ser destituida. Su intención es pasar ocho meses fuera de Brasil. Entre los destinos que podría visitar, se encuentran Chile, Uruguay y Europa.

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Tras finalizar ese periplo, volvería a Porto Alegre, para vivir junto a su familia. Aún no decidió si continuará en política o se retirará de la actividad pública.

“Si se confirma el juicio político, la presidenta Dilma no podrá candidatearse a cargos electivos, pese a que seguirá defendiendo su gobierno y atacando a aquellos que apoyaron su destitución. El PT abrazará la candidatura para 2018 del ex presidente Lula, lo que reducirá el espacio para un proyecto político que tenga a Dilma como prioridad”, afirmó a PERFIL Ricardo Ismael, profesor de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Río de Janeiro.

Tensión. En el tramo final de su mandato, Dilma mira hacia atrás y admite errores. “Creo que el sistema político de Brasil y el PT en particular tienen que hacer autocrítica y mea culpa. Porque de una cierta forma fue contaminado por la política tradicional”, le reveló a la BBC.

Esa frase revela las tensiones que hay al interior de la izquierda brasileña. Mientras Lula está en la calle, rodeado de militantes y al frente del Operativo Retorno, Dilma quedó relegada del poder y de su propia fuerza política. “El ex presidente Lula tendrá que desligar su imagen del desastre fiscal y económico producido por el gobierno de Dilma. Adoptará un discurso sobre el éxito de su gestión, en la que combinó el crecimiento económico y los avances sociales”, agregó Ismael.

Rodeada por su círculo íntimo, la aún presidenta de Brasil ve cómo se le escurre el poder de entre las manos. Y repite, casi para sí misma, que no cometió ningún crimen de responsabilidad.