Rusia rindió hoy un último homenaje a su primer presidente, Boris Yeltsin, quien será enterrado mañana en el cementerio moscovita del monasterio de Novodevichi, donde reposan los grandes hombres del país.
Boris Yeltsin, que selló la desaparición de la URSS en 1991 y abrió el camino a una Rusia capitalista, falleció ayer a los 76 años de un paro cardíaco.
Hoy a la mañana, el féretro de Yeltsin fue transportado por unos guardias de honor a la imponente catedral del Cristo Redentor, donde permanecerá expuesto hasta mañana al mediodía.
A continuación se celebró una ceremonia fúnebre ante centenares de personas -entre 1.500 y 2.000, según la policía-, que llevaban retratos de su ex presidente y ramos de flores, según constató una periodista de la agencia AFP.
"Tuvimos suerte en tener un primer presidente como él. Condujo al país hacia un nuevo camino sin provocar derramamiento de sangre", subrayó Valeri Maslov, uno de los muchos que esperaron pacientemente su turno en una cola de medio kilómetro de longitud para rendir un último homenaje a los restos de Yeltsin.
Mañana a la tarde tendrá lugar el funeral en la catedral de Cristo Redentor, que será oficiado por tres arzobispos ortodoxos.
Será la primera vez que la Iglesia Ortodoxa rendirá homenaje a un jefe de Estado ruso desde la revolución bolchevique de 1917, que instauró el Estado ateo y comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Blanca, con una cúpula dorada y situada en la orilla del río Moskova, la catedral fue dinamitada por orden de Stalin en 1931 y luego reconstruida según su modelo original en los años 90, precisamente bajo la presidencia de Yeltsin.
Los ex presidentes de Estados Unidos, George Bush padre y su sucesor Bill Clinton, estarán presentes en el funeral mañana, anunció el ministerio ruso de Relaciones Exteriores y la Casa Blanca. También confirmó su asistencia el presidente alemán, Horst Kohler.
Además, se observará un día de duelo nacional. El mismo presidente Vladimir Putin -'delfín' de Yeltsin a quien sucedió en el cargo- postergó hasta el jueves su discurso anual ante el Parlamento.
La tumba del primer presidente ruso estará cerca de la de Alexander Lebed, quien lo apoyó el 19 de agosto de 1991 durante el golpe de Estado de los comunistas contra Mijail Gorbachov. La unidad de Lebed fue la primera que se puso de parte de Boris Yeltsin cuando se presentó para defender al Parlamento.
El dirigente soviético Nikita Kruschov, los escritores Anton Chejov y Nikolai Gogol, los compositores Dmitri Shoshtakovich, Serguei Prokofiev y Alexander Scriabin, así como el cantante de ópera Fedor Shaliapin, el pintor Isaac Levitan y muchas otras personalidades descansan en el mismo cementerio.
Todos los periódicos de Rusia le dedicaron también sus portadas, calificándolo de "último héroe" de la política rusa y de "hombre apasionado" que "transformó el país y la vida de cada uno de nosotros".
Su muerte desencadenó una oleada de homenajes internacionales como los del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro británico Tony Blair.
Esos homenajes contrastaron con las reacciones de aversión de muchos moscovitas. "No me sorprende si no vino demasiada gente a darle un último saludo. Ellos no le perdonan la pobreza, la guerra en Chechenia (1994-95, ndr) y la crisis financiera de 1998", puntualizó Alexandre, un moscovita de 56 años.