La explosión de un coche bomba dejó este sábado 78 muertos y decenas de heridos en un barrio muy concurrido de Mogadiscio, en uno de los ataques más sangrientos perpetrados en la capital de Somalia, escenario habitual de atentados islamistas. El ataque tuvo lugar en una zona de intenso tráfico, cerca de un puesto de control de las autoridades y de una oficina de impuestos. El lugar quedó cubierto de escombros y de vehículos calcinados.
"El número de víctimas mortales (...) sigue aumentando, ahora tenemos 78 muertos y 125 heridos", dijo Abdukadir Abdirahman, director de un servicio privado de ambulancias. Un responsable de la policía, Ibrahim Mohamed, calificó la explosión de "devastadora".
El presidente somalí, Mohamed Abdullahi Farmaajo, condenó el ataque en unas declaraciones emitidas por la agencia nacional de prensa SONNA.
"Este enemigo intenta aplicar la voluntad destructora del terrorismo internacional, nunca han hecho nada positivo por nuestro país [...]", declaró. "Todo lo que hacen es destruir y matar, y [los somalíes] lo saben bien", añadió. Según el responsable policial Ibrahim Mohamed, "dos ciudadanos turcos, que al parecer eran ingenieros civiles implicados en la construcción de carreteras, se encuentran entre los fallecidos".
En Ankara, el ministro turco de Relaciones Exteriores, Mevlut Cavusoglu, confirmó que dos ciudadanos turcos "perdieron la vida en el cruel atentado terrorista perpetrado en Mogadiscio". Y el ministerio de Defensa informó también en Twitter del envío de un avión militar turco a Somalia con personal y ayuda médica. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó el atentado y aseguró que "los responsables de este crimen horrible tienen que ser llevados ante la justicia".
Entre las víctimas hay al menos 16 estudiantes de la Universidad de Banadir. "Un minibús transportaba a 17 estudiantes y solo uno de ellos sobrevivió", explicó a la AFP un estudiante de esta universidad privada que no quiso ser citado con su nombre. "Todo lo que podía ver eran cuerpos desperdigados [...] y algunos, calcinados, irreconocibles", indicó un testigo Sakariye Abdukadir.
El atentado, que de momento no fue reivindicado, se produjo en un contexto de intensa actividad del grupo islamista Al Shabab, afiliado a Al Qaida.
Los insurgentes prometieron derrocar al gobierno somalí, que cuenta con el apoyo de la comunidad internacional y de 20.000 efectivos de la fuerza de la Unión Africana en Somalia (Amisom). Al Shabab emergió de la Unión de Tribunales Islámicos, que antaño controlaba el centro y el sur de Somalia, y se estima que en la actualidad contaría con entre 5.000 y 9.000 miembros.
El grupo islamista fue expulsado de Mogadiscio en 2011, tras lo cual perdió la mayor parte de sus bastiones. Sin embargo, sigue siendo poderoso en algunas partes del país, donde lleva a cabo operaciones de guerrilla y atentados suicidas, incluyendo la capital. Sus ataques van dirigidos contra objetivos gubernamentales, de las fuerzas de seguridad y civiles. Hace dos semanas, cinco personas murieron en un ataque de Al Shabab en un hotel de Mogadiscio, muy frecuentado por políticos, militares y diplomáticos, que estuvo tomado por los islamistas durante horas.
Desde 2015, se han perpetrado 13 atentados en Somalia, cuyo balance iguala o supera los 20 muertos, once de los cuales en Mogadiscio, según un recuento de la AFP. El atentado más sangriento de la historia de Somalia tuvo lugar en octubre de 2017, cuando un camión bomba estalló en la capital, lo que acabó con la vida de 512 personas e hirió a 295.
HB AFP EA