Génova, DPA - Es más fácil manifestar la disposición a la cooperación y al diálogo entre religiones que practicarlos, como descubrió hace poco el papa Benedicto XVI cuando su bien intencionado discurso sobre la fe y la razón despertó la ira entre los musulmanes de todo el mundo.
Pero el padre Giampiero Gambaro, un amigable sacerdote de Génova, no pudo prever que su oferta de ayudar a los musulmanes locales a construir una mezquita podría provocar tanto revuelo.
"Francamente, creo que las reacciones han sido demasiado exageradas", comentó hoy Gambaro, que dirige una fundación local franciscana, durante una conversación telefónica con dpa.
La historia de la mezquita de Génova se ha convertido en tema de debate nacional desde el lunes, cuando un conocido experto islámico, Magdi Allam, acusó al fraile de "venderse a los extremistas" en un artículo que publicó en primera página el diario italiano Corriere della Sera.
Gambaro se encontró a sí mismo en medio de un cruce de acusaciones y críticas por parte de Allam, por un lado, y de los conservadores católicos por otro.
"La mezquita de Génova se convertirá en punto de encuentro de aquellas comunidades musulmanas que hemos visto recientemente en televisión arremetiendo contra el Papa", comentó Gianni Baget Bozzo, un sacerdote católico y consejero político cercano al ex primer ministro italiano conservador, Silvio Berlusconi.
La ciudad de Génova, situada en la costa noroeste italiana, tiene alrededor de 35 mil inmigrantes extranjeros, de los cuales se calcula que un tercio son musulmanes, una comunidad que intentó durante años construir una mezquita.
Recientemente, la Unión de Comunidades Islámicas en Italia (UCOII) compró una fábrica en desuso en Cornigliano, un suburbio genovés venido a menos que albergó la principal planta de la ciudad. La comunidad pretendía construir allí una mezquita.
Pero tras obtener el permiso de las administraciones locales, se enfrentó a la oposición de residentes del lugar, que temían que se convirtiera en un lugar de surgimiento de islamistas radicales.
Entonces Gambaro tuvo una idea: propuso comprar la fábrica en desuso de la UCOII a cambio de un terreno cercano a su convento donde los musulmanes podrían construir su mezquita.
"Habría sido un intercambio útil para cualquiera, pues habría posibilitado construir su mezquita y que nosotros creáramos un centro de recreo y educación para los jóvenes de Cornigliano", explicó Gambaro.
La iniciativa recibió la bendición del arzobispo y el respaldo del alcalde de Génova, de centro-izquierda, Giuseppe Perico, pero la controversia que despertó recientemente el artículo de Allam amenaza con echar por tierra a la idea.
En una Italia de mayoría católica, hay alrededor de un millón de musulmanes, pero sólo existen mezquitas oficiales en Roma, Milán y Catania.
En su artículo para el Corriere de la Sera, Allam, nacido en Egipto, dijo que se oponía a la construcción de lo que se convertiría en la cuarta mezquita de Italia que sería controlada por la UCOII, de la que, dijo, está unida con grupos extremistas que abogan por la destrucción de Israel y que quieren convertir a Italia al Islam en los próximos diez años.
Hamza Piccardo, un funcionario de la organización en Roma, comentó a dpa que las acusaciones son falsas.
Gambaro asegura que sabe poco sobre la UCOII e insiste en que cualquier comportamiento ilegal sería cuestión de la Policía y del ministerio del Interior italiano.
No se considera a sí mismo un bastión de diálogo religioso, pero cree que "hay muchas más necesidades que atender en el frente social" para promover la convivencia pacífica entre las gentes de diversas culturas.
Mientras tanto, algunos sacerdotes compararon al alcalde Perico, por no tomar partido en el asunto, con Poncio Pilatos, el famoso gobernador romano de Judea que se negó a asumir la responsabilidad sobre la muerte de Jesucristo.
"No es asunto mío construir lugares de adoración y realmente no puedo parar a otros de que lo hagan, pero afortunadamente a nadie se lo crucifica aquí", alegó el alcalde.