Las mujeres judías ultraortodoxas, que habitan el barrio más conservador del territorio israelí, encontraron el lugar ideal para ir de shopping y respetar, a rajatabla, las tradiciones que imponen los textos bíblicos.
En el primer piso del centro comercial de Bnei Irak, muy cerca de Tel Aviv, se encuentra Hamashbir, una mega tienda reservada sólo para ellas: la entrada de hombres está absolutamente vedada y es exclusivamente atendida por personal femenino.
Kati Mashbakov, gerente del comercio, expresó al diario español El País que si algún hombre cruza la línea divisoria entre las tiendas comunes y la meca del consumo para las ultraortodoxas, “le pedimos amablemente que salga".
"Está bien que los hombres no vean qué compramos para nosotras", aseguró Malka, una mujer, como todas las demás, de impecable peluca, pollera larga, medias gruesas hasta en el peor de los veranos y llamativo decoro en referencia a la ropa interior. Sin embargo, inmediatamente planteó una contradicción: "Lo malo es que no puedes consultar con tu marido".
Frente a la necesidad de las mujeres de contar con el visto bueno de su marido, la tienda estableció que los hombres tengan libre acceso al sector de zapatería, ubicado justo antes de la entrada: allí ellas se acercan con el objeto elegido para que la decisión sea ratificada por el hombre.
Hasta el más mínimo detalle. A los dueños de la tienda no se les escapó ningún detalle cuando en el 2006 abrieron las puertas al público.
Las típicas largas y estilizadas piernas que aparecen en los envoltorios de las medias están tapadas con un adhesivo blanco, y las sábanas que se exhiben son, exclusivamente, de una sola plaza, ya que los matrimonios ultraortodoxos deben dormir separados, sin tocarse siquiera durante la menstruación y los siete siguientes días.
Cómo cualquier local de venta “Kosher”, toda la mercadería se encuentra supervisada por rabinos, bajo la mirada atenta de una gran foto del rabino Ovadia Yosef, , uno de los grandes líderes espirituales y políticos de la comunidad.
Sara, una enfermera de 70 años, entiende que exista una tienda sólo para mujeres, "sobre todo por los niños, para que no vean maniquíes de mujeres desnudas". Pero no le gusta: "Soy realmente religiosa. Pero he ido a la Universidad. He visto el mundo ahí afuera".