INTERNACIONAL
Son alrededor de 40 mil, la mayora mujeres

Universitarios se prostituyen para pagar sus estudios

Según el diario francés Le Figaro, cada vez son más los jóvenes que en Francia recurren a la profesión más antigua del mundo para financiarse. Una investigación de la Kingston University en Londres demuestra que el Reino Unido vive un fenómeno parecido y que hasta se da en Japón.

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Según el diario francés Le Figaro, alrededor de 40 mil estudiantes se prostituyen hoy en Francia para pagar sus estudios: a través de Internet o directamente en la calle, son cada vez más los universitarios europeos que deben recurrir a vender su cuerpo para acceder a una educación superior.

Una investigación de la Kingston University en Londres demuestra que el Reino Unido vive una situación similar: uno de cada diez estudiantes dice conocer a alguien que se prostituye para pagar la cuota de la universidad. El estudio adjudica el fenómeno, en gran parte, al aumento de la matrícula, que se triplicó desde 1998.

El caso en Francia es similar, aunque no hay cifras precisas. Sólo el sindicato universitario SUD-Etudiant se anima a hablar de 40 mil y asegura que la gran mayoría son mujeres: sólo 1 de cada 57 sería hombre.

Consecuencia de la pauperización de la educación, pero también de una visión más y más consumista de la sociedad, el fenómeno no logra ser cubierto por organizaciones sociales o estudiantiles”, dice Le Figaro.

Según el consejo Observatorio de la Vida Estudiantil (OVE), en Francia, más de 45 mil estudiantes viven en una situación de "enorme pobreza" y a más 225 mil les cuesta mucho financiar sus estudios.

Pero la inmersión en la prostitución no sólo se explica por las dificultades económicas: algunos estudiantes venden su cuerpo para poder acceder a bienes de lujo, explica la Brigada de Represión del Proxenetismo de París (BRP).

"En dos meses tenía dinero para mis cosas para todo el año, algo que jamás hubiera logrado trabajando en un McDonald's. No digo que sea dinero fácil, pero me sentía orgullosa de ganarlo sin robar a nadie", explica Emma, de 36 años, ex estudiante de veterinaria en Bruselas.