Un tropezón a veces también es caída. Lo comprobó en carne propia el presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien sufrió un leve accidente mientras visitaba la demolición de un edificio.
El mandatario, que deberá dejar el gobierno después de las elecciones de noviembre próximo, recorría un block de departamentos en el sector de Bajos de Mena, en Puente Alto, al sur de la Región Metropolitana de la capital chilena, que acababa de ser derribado.
Contra las recomendaciones de sus asesores, que le dijeron que no se subiera a los escombros, el jefe de Estado escaló por una columna sin zapatos especiales ni casco, desde donde tropezó y cayó, a pesar de los esfuerzos del alcalde de la comuna, Germán Codina, que intentó sostenerlo.
El mandatario no sufrió lesiones de gravedad y, según explicaron sus voceros, sólo padece algunos dolores. "En la vida uno siempre se cae, lo importante es la capacidad de volver a ponerse de pie" comentó, al regresar al Palacio de La Moneda.
"Afortunadamente, el Presidente está cero kilómetro, trabajando. Hay dos dolores, uno físico, y el otro dolor, un dolor en el alma, de que por fin les di el gusto a ustedes de ver caerse al Presidente", remató, en una breve e improvisada rueda de prensa con los medios.