afp/ansa/ap
Desde el Vaticano
El papa Francisco dijo ayer que no aspiraba a convertirse en pontífice y que decidió no vivir en los lujosos departamentos papales para preservar su salud mental. Reunido con miles de niños de colegios jesuitas de Italia y Albania, Francisco respondió a algunas preguntas, y en una de ellas una niña, Teresa, le preguntó si deseaba convertirse en el líder de los 1.200 millones de católicos del mundo. “Alguien que quiera ser Papa no se preocupa mucho por sí mismo, Dios no los bendice. Yo no quería ser Papa”, dijo el argentino.
Otra niña, Caterina, le preguntó por qué se había negado a trasladarse a los fastuosos departamentos papales, optando por vivir en su lugar en una residencia vaticana similar a un hotel. “No es una cuestión de riqueza, sino de personalidad. Necesito vivir entre personas y vivir solo, quizás un poco aislado, no me haría bien”, dijo, añadiendo que tomó la decisión por “razones psiquiátricas”.
El ex cardenal argentino Jorge Bergoglio, que ha mostrado un tono de humildad desde que llegó al pontificado en marzo, también dijo que es importante llevar una vida más sencilla, dado el alcance de la pobreza y el sufrimiento internacional. “Estos días hay mucha pobreza en el mundo y eso es un escándalo cuando tenemos tantas riquezas y recursos que dar”, dijo.
“Todos tenemos que pensar en cómo podemos volvernos un poco más pobres”, agregó.
A principios de esta semana, Francisco denunció lo que llamó “cultura del desperdicio” en un mundo cada vez más consumista y dijo que tirar alimentos es como robar comida a los pobres.
En otra muestra de la forma en que se ha apartado de la tradición, Francisco dijo el jueves que no irá al majestuoso palacio de Castelgandolfo, habitual residencia veraniega de los pontífices, y que permanecerá en el Vaticano.
La semana pasada, Francisco había denunciado que el “desempleo” está aumentando de modo exponencial y advirtió que se está “extendiendo en forma preocupante a los confines de la pobreza”. Durante la audiencia Centesimus Annus Pro Pontífice, aseveró que “la peor forma de pobreza material muestra que algo no funciona, no se refiere más sólo al sur del mundo, sino al planeta entero”. El jefe de la Iglesia Católica pidió “volver a pensar en la solidaridad” y cuestionó el hambre en el mundo. “La solidaridad no como simple asistencia respecto a los más pobres sino como forma de repensamiento global de todo el sistema”, aseguró.