Ver series es la única adicción socialmente aceptada. Más de uno se queda prendido delante de la computadora o del televisor y consume un capítulo tras de otro hasta que llega la hora de irse a dormir. El estreno de una nueva temporada de cualquier serie de renombre como 'Game of Thrones', 'House of Cards' o 'Orange is the New Black' es esperado por millones de personas así como la emisión de cada episodio.
En la actualidad la pantalla chica adquirió una preponderancia quizá mayor que el mismo cine. Durante mucho tiempo no se consideró que la serie tuviera valor cultural, por ello el productor fue la figura principal en la jerarquía televisiva. “Hay muchos factores que influyen en este cambio, pero el principal es el reconocimiento de la figura del guionista de las series de televisión, que ahora es considerado un autor. Durante décadas la serie ha sido un formato narrativo que se ha visto más como un producto de entretenimiento que como un artefacto con ambiciones culturales equivalente al cine o la literatura”, explica en diálogo con Perfil.com Toni de la Torre, crítico español de series de televisión que colabora con varios medios de comunicación y es un experto en la ficción seriada.
“Uno de los motivos por lo que los programas crean adicción es que muchos de los showrunners son adictos ellos: conocen cómo es estar ‘enganchado’ por experiencia personal. Y eso pasa, a veces sutilmente y otras no tanto, a sus guiones: tienen la lógica de quien no sabe lo que quiere, pero quiere más”, analiza Pablo Helman, periodista especializado en el vínculo entre consumo y cultura. Y agrega: “Las series se reinventan, al menos las más creativas y audaces rompen con la estructura procedimental, pueden morir personajes principales en medio de una temporada, como ocurre en ‘Game of Thrones’ o cambiar de caso a mitad del capítulo como sucede con la inglesa’ Luther’. La evolución de los personajes y la sorpresa, son importantes”.
Otra cuestión a tener en cuenta es que el fenómeno actual de las series como cultura está directamente ligado al de cómo se ven ahora los contenidos. “Elementos como el streaming y las redes sociales son clave. Se genera un vínculo de pertenencia nuevo, en el que los espectadores o son completamente libres (ven cuando quieren y de a muchos capítulos) o ven, también ‘en grupo’ un capítulo. Mientras dan ‘Game of Thrones’, hay un montón de fans tuiteando. Tuits que leen también los guionistas y que influyen en la evolución de los personajes”, expone Helman a Perfil.com.
El periodista especializado en cine, series y música, Pablo Manzotti, autor del libro Seriemanía sostiene que la adicción surge de la mayor disponibilidad del producto en la actualidad, es decir, el canal por el que se consume: “Me parece que está ligado fuertemente al cambio de consumo cultural que tiene que ver con Internet y la convergencia, la posibilidad de tener todo al alcance de la mano. Comienza a pasar cuando se crearon los canales de cable, pero cuando aparecen ya las temporadas en DVD ahí empieza el fenómeno del binge watching (mirada voraz), y luego con el download y el ancho de banda eso se magnifica”.
Del mismo modo que cambió el espectador y la forma de consumir el producto, también evolucionó la manera de hacer series. En este sentido, es muy importante el aporte de los canales de cable, especialmente HBO. Los canales abiertos en los Estados Unidos tienen normas muy estrictas debido a que el rating lo es todo, la audiencia marca la grilla. En contraposición, los canales de cable tienen una mayor libertad para la creación de contenidos. “Muchos directores encontraron fértil el campo de series para expresar sus ideas. De hecho la serialidad se traspasó al cine. Por ejemplo Marvel o DC Comics programan proyectos a diez años, hace rato que se vienen trabajando las secuelas de una manera diferente y las secuelas lo que dan es una serialidad”, argumenta Manzotti.
The Big Bang Theory, una de las reinas de la pantalla chica
De la Torre escribió varios libros sobre series, uno de los más recientes bajo el título “El mundo según Sheldon” inspirado en The Big Bang Theory (TBBT) una de las ficciones más exitosas del momento: “De esta serie me interesa mucho el hecho de que es una ficción que le ha dado la vuelta a un tipo de personaje, el geek, que tradicionalmente ha sido un secundario en televisión, un refuerzo del personaje 'normal' usado como recurso humorístico y poco más”, expresa sobre su publicación de la editorial El Ateneo.
Los protagonistas de las ficciones son como una especie de “segunda familia” para los espectadores, a los fans les gusta que formen parte de sus vidas y equiparan las experiencias que viven a las que se ven en la pantalla chica. “Millones de personas en el mundo empatizan y se identifican con estos cuatro geeks. Esto me llevó a pensar que quizás ser geek (o tener algo en común con ellos) es más habitual de lo que se había creído hasta ahora en la industria del cine y la televisión. Lo cual tiene lógica: estadísticamente, es más fácil que todos tengamos algo en común con el rarito de la clase que con el más popular”, valora de la Torre.
Consultado sobre por qué centró el libro en el personaje de Sheldon Cooper, resume: “De los cuatro personajes, él es el que representa al geek en toda su pureza. Es el más geek de todos y el que no tiene ningún problema en serlo. Mientras otros están dispuestos a dejar de ser como son para ser aceptados por otros, Sheldon está orgulloso de sí mismo y de sus aficiones. Para analizar la filosofía de la serie, era lógico que tenía que centrarlo en él, que por otra parte es el personaje más complejo de todos y el que está mejor desarrollado. Al principio compartía protagonismo con Leonard pero ahora ya es el rey absoluto de la función”.