La historia de la aceptación social de la homosexualidad empezó a cambiar definitivamente hace 50 años. Fue el 2 de mayo de 1972, durante la convención anual de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA). Frente a una audiencia absorta en el salón del Hotel Adolphus de Dallas, una figura grotesca se subió al estrado. Llevaba el rostro cubierto por una máscara de Richard Nixon, un esmoquin muy grande y una peluca enrulada.
John Fryer tenía 34 años y había llegado hasta ahí como parte de una maniobra clandestina de un grupo de colegas gay en la APA. Sus primeras palabras fueron un segundo shock: “Soy homosexual y soy psiquiatra”. Durante diez minutos, el hombre que se presentó como Henry Anónimo describió los padecimientos de quienes eran como él.
Por entonces, la homosexualidad estaba catalogada como una enfermedad mental: reconocerla en público suponía la revocación de su licencia, en un país donde 42 estados consideraban a la sodomía un delito. “Corremos un riesgo aún mayor al no vivir nuestra humanidad plenamente”, advirtió.
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Punto de inflexión
El discurso “fue un punto de inflexión en la historia de los derechos de las personas homosexuales”, recuerda The New York Times. Al año siguiente, la APA revirtió su postura de casi un siglo y eliminó a la homosexualidad del Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Ya no se enviaría a las personas gay a “curarse”, inyectándoles hormonas o sometiéndolos a terapias de shock. Tampoco habría sustento para negarles el derecho al empleo, la ciudadanía, la vivienda y la custodia de sus hijos; además de excluirlos del clero, el ejército y el matrimonio.
Con el paso de los años, Fryer, que murió en 2003, se especializó en temas de duelo y cuidados paliativos. A pesar de eso, o quizá precisamente por eso, era también un hombre alegre y excéntrico, que organizaba grandes fiestas y bailaba en los restaurantes. Este año Filadelfia declaró el 2 de mayo como el Día de John Fryer. Un homenaje merecido para el hombre que cambió parte de la historia de los derechos civiles, en su país y en el mundo.
JL PAR