El secretario general de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), Alejandro Gramajo, destacó en el programa de Modo Fontevecchia, por Net TV: “León XIV representa la continuidad del camino de Francisco” en la defensa de los sectores más vulnerables. Según explicó, este camino incluye la promoción de políticas de inclusión, la defensa de los trabajadores y la articulación con movimientos populares a nivel mundial.
El dirigente social Alejandro “Peluca” Gramajo, militante del Movimiento Evita, es actualmente secretario general de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP). A lo largo de su trayectoria, mantuvo un estrecho vínculo con los movimientos populares y con la Iglesia, especialmente con el papa Francisco, con quien compartió distintos encuentros en el país y en espacios internacionales dedicados a la organización social y el trabajo comunitario.
¿En qué va a consistir ese encuentro en el Vaticano con el nuevo papa, inspirado en el trabajo con los movimientos sociales que impulsó el Papa Francisco y que marcó una etapa de diálogo y compromiso?
Estoy con muchas expectativas por el próximo Encuentro de Movimientos Populares, que será el quinto. Todavía, de alguna manera, estamos haciendo la despedida, el duelo, por haber perdido a un hermano como fue Francisco, que hizo mucho por los pobres, los trabajadores y las organizaciones sociales. Por suerte tenemos la posibilidad de seguir impulsando un proceso que se inició en 2014 con distintas agrupaciones a nivel mundial.
Ahora, con la figura y el acompañamiento de León XIV, que hace poco publicó una nueva encíclica dedicada a la realidad de los pobres, de los movimientos populares y a la necesidad de pensar políticas y construir puentes. Como dice él: “Ahí donde el mundo construye muros, la Iglesia y los movimientos populares tratamos de construir puentes”.
El objetivo es intentar resolver problemáticas que afectan a millones de personas, no solo en Argentina o América Latina, sino también en otras partes del mundo. Este encuentro es muy importante para nosotros porque nos permitirá reencontrarnos con movimientos populares de distintos países para seguir profundizando sobre las problemáticas de tierra, techo y trabajo, del medio ambiente y de los conflictos que generan los procesos de guerra.
Aquellos conflictos que no solo se expresan en las intervenciones de algunas potencias en territorios concretos, sino también en el avance del crimen organizado, que va desplazando a las comunidades en diferentes países del mundo. Principalmente, ese fenómeno se da en América Latina. Así que, bueno, con mucha expectativa por seguir aportando iniciativas, ideas y propuestas concretas para resolver la problemática de los pobres a nivel global.
Hay representantes de organizaciones sociales de países ricos, por ejemplo en Estados Unidos. ¿Cómo se representan las distintas naciones en algo equivalente a lo que aquí conocemos como movimientos sociales? Uno imagina colectivos en territorios con problemas de pobreza, como Argentina. Pero en países desarrollados, ¿por qué existen agrupaciones populares? ¿Y qué otras regiones podrían llamarnos la atención?
Por ejemplo, en Estados Unidos y en Europa también existen organizaciones que abordan problemas concretos. En el país norteamericano, muchas se enfocan en la situación de los migrantes, un reflejo de la desigualdad y la pobreza. Estos desafíos no dependen únicamente de las dificultades económicas generadas por el sistema capitalista actual, altamente tecnológico y financiero, sino que también se manifiestan a través de conflictos bélicos y disputas territoriales.
Se observa de manera constante en Estados Unidos y México, así como en varios países africanos, donde miles de personas buscan mejorar su vida y la de sus familias, enfrentando permanentemente situaciones críticas.
Parte del encuentro se desarrollará en la sede de Spintime, bajo la coordinación de Matías Ferrari, un sacerdote de 32 años que trabaja con migrantes en Europa. Allí, se albergan más de 400 personas y será el espacio principal.
Evidentemente, es complicado para el nuevo Papa competir con la figura omnipresente de Francisco, para los argentinos. Además, existe un debate sobre si representa un punto intermedio entre moderados, conservadores y progresistas. ¿Cómo es esa encíclica y cuál es tu visión sobre la continuidad del legado del anterior?
Yo creo que existe continuidad, aunque también depende de la personalidad de cada uno. Francisco, sin dudas, tuvo un significado distinto para los argentinos. Ha sido una figura muy influyente, quizá el aporte más relevante del pueblo argentino a la humanidad, porque expresó y ubicó correctamente las contradicciones del mundo actual.
León mantiene esa línea. Su encíclica centra la atención en la situación de los sectores más vulnerables, pero no desde un enfoque idealizado, sino considerando los aspectos económicos, políticos y la organización comunitaria. Esto incluye a los movimientos populares, para idear iniciativas, diseñar políticas y enfrentar los conflictos que surgen.
Muchas veces, las dificultades de los más humildes y excluidos se miran desde una perspectiva romántica y no se analizan desde la realidad política y económica, que son, en definitiva, las que generan exclusión, marginalidad y pobreza.
Lo vivimos en nuestro país, y no lo decimos solo porque hoy nos gobierna un modelo económico y político que genera exclusión, sino porque lo venimos denunciando, anunciando y también intentando proponer soluciones para los problemas de los pobres, los excluidos y los trabajadores de la economía popular.
Creo que la encíclica del Papa León refleja continuidad, por supuesto con sus modales y su impronta, que no es ni buena ni mala, sino que responde a su estilo personal. Lo más relevante es que mantiene un proceso iniciado anteriormente. Lo decía en el primer encuentro: lo más importante no es ocupar cargos, sino generar procesos. Él impulsó un proceso con los movimientos populares y los sectores más vulnerables, y creo que León está avanzando.
Nosotros hemos participado —a mí me tocó viajar recientemente a Estados Unidos— en un encuentro con empresarios, representantes de la Iglesia y del movimiento obrero organizado, a partir de una iniciativa de León que buscó construir puentes entre distintos sectores de la sociedad para generar propuestas concretas. Eso es lo que nos enseñó Francisco: nos empujó a actuar, y ahora continúan ese camino con su impronta, sus tiempos y su dinámica.
Para nosotros, la encíclica refleja un nivel de continuidad muy importante porque aborda los problemas concretos de los pobres desde una perspectiva política, económica, social y organizativa, y no desde una mirada romántica.
En cuanto a los movimientos sociales, ¿antes ya existían y hoy se suman representantes de Perú?
Recientemente organizamos un encuentro de movimientos populares en América Latina para preparar este evento, con delegaciones de Perú y de todos los países de la región. Buscamos ampliar permanentemente la convocatoria, porque nos nutrimos de las experiencias del pueblo que se organiza en distintos continentes.
Esto también fue un aprendizaje de Francisco. En los últimos años de su vida, tuve la oportunidad de participar en un encuentro de la Confederación General del Trabajo (CGT), donde nos incorporó formalmente a la delegación. Venía de su última gira, que fue extensa, y estaba muy cansado. Después de destacar la importancia de la unidad de los trabajadores para enfrentar los problemas globales del siglo XXI, nos dijo: “Nunca se olviden de recoger la experiencia y la sabiduría de las comunidades, porque ahí encontrarán muchas respuestas a los desafíos que atraviesa la humanidad”.
Por eso, en el comité político organizador de los movimientos populares, tratamos de expandir, abrir los brazos y convocar la mayor cantidad de experiencias posibles: comunidades organizadas, movimientos populares y trabajadores de la economía social, para aprender de la sabiduría del pueblo que decide organizarse. Los dramas que atraviesa la humanidad son enormes, y los vivimos con crudeza en nuestro país. Para mí, uno de los ejemplos más claros fue lo que ocurrió con las tres chicas en Florencio Varela, un drama que reflejó la vulnerabilidad de los sectores populares.
Este tipo de tragedias se repite en los barrios populares. Por otro lado, la punta de la pirámide enfrenta la penetración del narcotráfico en la política argentina, lo que obliga a todos —empresarios, trabajadores, movimientos populares y sectores políticos— a establecer límites. Estamos hablando de un riesgo real: una Argentina que podría entrar en un proceso de descomposición irreversible. Incluso el presidente Javier Milei, al decidir bajar la candidatura del diputado José Luis Espert, no cuestionó el financiamiento del crimen organizado ni del narcotráfico, y ningún líder tampoco.
Por eso debemos denunciarlo con fuerza, porque estamos frente a un proceso de penetración del crimen organizado.
MV