Mientras la guerra en Ucrania no parece tener fin, Alemania soporta el peor verano en muchos años, con temperaturas récord, y se prepara para el frío. Rusia ha reducido en forma considerable el flujo de gas. Frente al aumento de los precios, el gobierno de Olaf Scholz procura llenar los depósitos de almacenamiento antes del invierno. Actualmente se encuentran al 65% tras reducirse el nivel el martes. Los proveedores tuvieron que usarlas para satisfacer la demanda.
Desde el 23 de junio rige el segundo nivel de alerta de los tres estadios que se prevén en el plan de emergencia del gas. Esto ocurrió como consecuencia del corte del suministro del gas ruso a través del gasoducto Nord Stream, en el que se están realizando trabajos de mantenimiento debido a la falta de una turbina por la que circulaba un 40% del volumen habitual. Gazprom, la compañía rusa, no ha garantizado la reactivación del gasoducto al no tener constancia de la devolución de una turbina de Canadá.
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Para octubre, Alemania espera que la capacidad de llenado se sitúe en un 80%, y que el nivel alcance el 90% para noviembre. Para ello, a falta de instalaciones propias, se han habilitado cuatro terminales de gas natural licuado, la primera de las cuales entrará en funcionamiento en invierno. Frente a ello, Alemania pretende la diversificación del suministro y la reactivación de las centrales eléctricas que funcionan con carbón y petróleo para reservar y almacenar gas, que supondrá el regreso al mercado eléctrico de un total de 27 centrales hasta el 30 de abril de 2023.
La preocupación es que Rusia no reanude el flujo normal cuando terminen las tareas de mantenimiento el próximo jueves. El organismo regulador de la energía en Alemania alertó que el precio de la calefacción podría triplicarse el próximo año por la suba del precio del gas, por lo que el gobierno reclama un tercer paquete de ayudas que vaya destinado, sobre todo, a los más vulnerables.
JL PAR
