Después de 16 años en el poder y seis meses en el llano, la ex canciller alemana Angela Merkel rompió su silencio. Admitió que la ha pasado mal desde que comenzó la guerra de Ucrania, el 24 de febrero. En un teatro abarrotado, en el cual concedió la primera entrevista desde el final de su mandato, no vaciló en afirmar: “La invasión de Putin es un crimen”, le dijo a la emisora ARD.
También señaló que no se arrepiente de haber votado en 2008 en contra de la adhesión de Ucrania a la OTAN. Vladimir Putin, por su parte, dijo que estaba decepcionado por la independencia de Kosovo y el escudo antimisiles de George W. Bush. El apoyo a Ucrania hubiera sido en ese momento un estímulo más para la ira del presidente de Rusia.
El presidente ucraniano Volodimir Zelenski, cuyo país permanece fuera de la OTAN, describió la decisión de Alemania de 2008 como un "error de cálculo". El gasoducto Nord Stream 2 para transportar gas natural ruso directamente a Alemania se construyó mientras Merkel era canciller. Fue suspendido por su sucesor, Olaf Scholz, poco antes de que Rusia invadiera Ucrania.
“Venceremos esta guerra”, asegura el presidente Volodimir Zelenski
La canciller eterna, como la llaman en Alemania, tildó de fracaso no acertar en la arquitectura de seguridad adecuada para frenar las ínfulas de Putin, al cual ve incompatible con la democracia liberal de Occidente. La desintegración de la Unión Soviética fue la peor crisis de Rusia en el siglo XX. Merkel admitió que nunca fue posible poner fin a la Guerra Fría.
Las políticas de disuasión del presidente de Francia, Emmanuel Macron, su virtual sucesor en el podio europeo, y de su par de Estados Unidos, Joe Biden, no resultaron. Lo resumió en una frase: "Si empezamos a atravesar los siglos diciendo cuál territorio pertenece a quién, lo único que tendremos será la guerra".
JL PAR