El economista Camilo Tiscornia sostuvo que la baja de las tasas de interés, el acomodamiento del tipo de cambio y la cosecha "récord" que se espera para 2026 "ayudarán a recuperar la economía". En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), también remarcó que "el miedo" a la flotación cambiaria es una realidad" en el Gobierno, aunque aseguró que ese esquema es "el norte" del equipo económico.
Camilo Tiscornia licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina, con una maestría en Economía por la Universidad Torcuato Di Tella. Fue gerente de Análisis Macroeconómico en el Banco Central de la República Argentina. Se desempeña como profesor de Economía Monetaria y de Economía Argentina en la UCA. Es director de C&T Asesores Económicos, consultora que se especializa en análisis macroeconómico y asesora sobre las principales economías de América Latina.
Quisiera hacer alguna comparación entre el período de la convertibilidad y este. Colegas suyos que nos decían que, en el caso de la convertibilidad, pudo durar siete muy exitosamente porque había un gran auge de inversiones en el área de servicios. Y si bien la industria tenía dificultades, había sectores de los servicios que crecían con una fuerte inversión extranjera y la privatización de empresas, que hoy en día no se produce. Mientras la convertibilidad empezó a mostrar sus problemas al séptimo año, decían que, en este caso, lo podría comenzar a demostrar en el tercero. ¿Podría comparar ambos períodos?
No es fácil la tarea, pero creo que hay diferencias importantes y también hay similitudes. Ambos períodos, el de la época de Carlos Menem, en particular los años 90, y lo que ocurre ahora, son períodos que vienen después de períodos previos de mucha desorganización a nivel macroeconómico. Vienen después de un fracaso de un sistema en el cual el Estado iba ganando participación en el funcionamiento de la economía, no solo en cuanto al tamaño del gasto público, sino también en la intervención en todo tipo de funcionamiento del sistema económico privado, generando resultados muy malos y terminando con una crisis de alta inflación. Es en ese contexto, tanto Menem como el Gobierno actual proponen, es un cambio muy importante de orientación muy general hacia un sistema de economía de mercado.
Entonces, ahí hay una coincidencia bastante importante, y eso generó tanto en aquel momento como ahora bastante adhesión, porque justamente se venía de haber experimentado los problemas que había generado ese esquema anterior. Ahora, en ambos casos, había que luchar contra la inflación y, en ambos casos, se entendió que era primordial resolver el problema fiscal. Menem hizo un ajuste fiscal muy fuerte en los primeros años, al igual que ha hecho este Gobierno. Y creo que parte de los problemas de la época de Menem es que no pudo persistir en la disciplina fiscal ya por intentos después políticos, del famoso tema de la reelección y después la reelección, más la reforma previsional en la mitad de su mandato.
Con lo cual, me parece que ahí hay un tema muy importante que acá está por verse, en qué medida se puede mantener la disciplina fiscal. En ese sentido, hay una diferencia muy importante. Creo que hay más chances de mantener la disciplina fiscal y creo que está más fundada en este momento esa disciplina fiscal que en el otro momento. La otra diferencia que me parece muy importante es que, en aquel momento, se complementó todo eso con la convertibilidad, que fue la ley del tipo de cambio, y hoy ese esquema no está. Podremos discutir las bandas de flotación, pero hay una vocación porque el tipo de cambio flote, que también me parece muy positivo y marca una diferencia adicional, con todavía más posibilidades hoy en día de generar dólares de lo que había en aquel momento.
Respecto de las bandas, usted habrá escuchado que pareciera que el ministro de Economía se orienta a no modificarlas o, a lo mejor, no hacer que flote, sino seguir manteniéndolas, tal vez con una corrección del crawling peg del 1 al 1,5 %. ¿Cuál es su propia opinión respecto de ese miedo a flotar?
El miedo a flotar es una realidad. La flotación tiene dos cosas que son a veces contradictorias. Por un lado, es la alternativa que queda cuando un país no tiene reservas esencialmente y no puede controlar el tipo de cambio. Si no tiene reservas, va a tener que hacer que ese tipo de cambio flote. Pero, por otro lado, flotar y no tener las reservas puede generar mucha volatilidad. Eso es un poco lo que dijo el ministro de Economía en una entrevista que dio el otro día en televisión. Y si bien uno deduce que es más partidario de flotar, entiende que en las condiciones de la Argentina todavía tal vez el flotar libremente pueda ser más complicado. Habló de que las bandas ayudan a dar cierta certidumbre a la gente, para que no crean que el tipo de cambio puede ir a cualquier lado. Entonces, tiene lógica.
Creo que hay que avanzar a una flotación más limpia, pero también creo que es bueno hacerlo con un respaldo que dé la seguridad, al momento de flotar, de que el Banco Central tiene poder de fuego para evitar movimientos descontrolados. Creo que estamos en pasos de conseguir eso. Yo creo que el Gobierno esto lo está planteando de un modo gradual. El presidente del Banco Central ha dicho en otras presentaciones que el norte es flotar. Evidentemente, habrá que esperar y, en todo caso, será discutible el momento en el cual implementar esa flotación o de qué modo. Pero yo creo que el destino está ahí.
¿Qué posibilidades le ve al crecimiento el año próximo? Es el gran problema. Llevamos dos trimestres consecutivos de caída del Producto Bruto y del consumo.
Hay que poner en perspectiva lo que fue la evolución de la actividad económica en el último tiempo. La actividad económica llegó con un dinamismo hasta el mes de febrero o marzo, y de allí en más pasó otra cosa completamente distinta: se frenó por completo, en el mejor de los casos. Yo creo que ese freno tuvo mucho que ver con temas financieros y la tensión típica que hay en la Argentina previo a las elecciones. Entonces, no extrapolaría lo que ha pasado en los últimos meses a lo que va a pasar para adelante, más teniendo en cuenta que el resultado de las elecciones se leyó positivamente y se sumó, de modo inesperado, en ese fragor, el apoyo del Gobierno americano, que es una oportunidad muy importante para la Argentina.
Hay una oportunidad muy importante de que la actividad económica de corto plazo pueda repuntar. La baja de las tasas de interés en el corto plazo, el tipo de cambio más acomodado que en la primera parte del año, una cosecha que apunta a ser récord y las menores tasas de interés a nivel internacional son todas cosas que ayudarán a recuperar la economía el año que viene.
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