Perfil
MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 639: El mejor discurso para el peor momento

Como un hábil político, Javier Milei logró hablarle a la cima y a la base de la pirámide al mismo tiempo. Ratificó el equilibrio fiscal como "ley tallada en piedra de su gestión" y anunció aumentos por encima de la inflación en universidades, discapacidad y jubilaciones.

Día 639: El mejor discurso para el peor momento
Día 639: El mejor discurso para el peor momento | CEDOC

C. S. Lewis, autor de "Las crónicas de Narnia", dijo: “Los fracasos son los dedos con los que Dios señala el camino”. Evidentemente debe ser así porque Milei ayer se recibió de político. En un momento de extrema debilidad, acorralado por crisis económica, casos de corrupción y los efectos de una derrota electoral aplastante en el principal distrito del país, dio el mejor discurso de su gobierno.

Más allá de las contradicciones, que las vamos a analizar a continuación, Javier Milei logró dar un discurso que cumplió con dos metas contradictorias: garantizarle al mercado que el plan económico sigue firme y demostrar que está dispuesto a corregir errores y sensibilizarse con las víctimas de su motosierra que le votaron en contra.

Milei, como un hábil político, logró hablarle a la cima y a la base de la pirámide al mismo tiempo. Es decir, ratificó el equilibrio fiscal como “ley tallada en piedra de su gestión” y anunció aumentos por encima de la inflación en universidades, discapacidad y jubilaciones. Además, les aseguró a los gobernadores que habrá ayuda a las provincias y que volverá la obra pública.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Las preguntas claves son si este discurso que refleja un cambio de estilo es suficiente y si no fue emitido demasiado tarde. Independientemente de las respuestas, felicitamos al Presidente por su cambio de tono y apertura al diálogo. Esperemos que siga así. En general, como dice Lewis, la derrota enseña más que la victoria.

El Milei que escuchamos anoche no es el mismo de antes de la derrota, pero tampoco es el mismo que reaccionó tras conocer los trece puntos de diferencia. No insultó, propuso trabajar “codo a codo” con gobernadores, diputados y senadores y dio cuenta de que el ajuste no lo pagó la casta, si no que reconoció el enorme esfuerzo que está haciendo la clase media y trabajadora del país.

Milei se enfocó en trazar un horizonte de esperanza. “Lo peor ya pasó”, dijo a partir del presupuesto del año que viene y, parafraseándolo, sostuvo que ahora vamos a aumentarle las partidas a los dañados por la motosierra, enviaremos dinero a las provincias y reactivaremos la obra pública.

Es importante aclarar para todas las personas que están mirando, muchas de las cuáles deben estar frente a una difícil situación económica, que estos aumentos en las jubilaciones y en discapacidad no son para ahora. Estamos hablando de un proyecto de presupuesto para el año que viene. Esto es clave, porque ubica la espera del bienestar en el futuro. No estamos hablando por ahora de un alivio al sufrimiento presente de la sociedad.

¿Están dispuestos los jubilados por ejemplo a esperar recuperar algo de sus ingresos por arriba de la inflación el año que viene? Tal vez acá hay otra clave. Si hay margen de espera para tres millones de jubilados que ganan 380 mil pesos por la mínima. Algo de la acuciante situación política se expresó en cacerolazos este lunes mientras hablaba el Presidente, muchos más que por el apoyo a las universidades.

Algo que además se discutió fue la frase: “Lo peor ya pasó”. Puede ser que en eso, Milei haya cometido un error político. Dijo lo mismo que Mauricio Macri antes de que termine de estallar la crisis. También Fernando De La Rúa uso esta frase en días previos a su caída, cuando hizo un discurso que tiene muchos parecidos con el de Milei."Nunca vivimos con equilibrio fiscal", dijo en ese momento.

Tensión en el círculo rojo: entre el respaldo ideológico y las dudas del crecimiento económico

Pero Milei no solo repite la metáfora de Macri y De la Rúa, sino que repite su error de fondo que es llamar a solucionar el problema el mismo que lo produjo. En el 2001 De la Rúa llamó a Domingo Cavallo para solucionar la encerrona de haber mantenido la Convertibilidad más allá del tiempo necesario, y ahora Milei en llamó a Luis Caputo para solucionar el problema de deuda que él mismo generó.

Con cierto atavismo de que el antídoto al veneno surge del veneno mismo, pero se repite el problema. La fórmula de Caputo era generar superávit fiscal total para con esos recursos ganar la confianza de los mercados que bajaran el riesgo país a menos de 500 puntos, ideal 300, y poder volver a endeudarse en los mercados voluntarios privados con tasas de interés bajas y pagando solo intereses para renovar continuamente la deuda sin tener que pagarla como hacen los países desarrollados.

Pero el riesgo país en lugar de bajar a por debajo de los 500 puntos largamente lo duplica, pasando los 1.100 puntos, es decir, 11% más de tasa de interés sobre la tasa que pagan por endeudarse los países solventes, algo impagable.

Nuevamente se choca con la misma piedra, llamar al que produjo el problema para solucionarlo porque quizás sea la persona menos indicada porque, más allá de su pericia técnica, su compromiso emocional con el problema no le permite reconocerlo, y necesita subestimarlo para mantener su autoestima. Y repite también el dólar barato y un peso sobrevaluado por el mismo problema.

Por otro lado, quien realizó un posteo analizando el presupuesto es el economista de PERFIL, Mario Secco. En un repaso inicial, advierte que las proyecciones macroeconómicas vuelven a pecar de “voluntaristas”, con supuestos difíciles de creer en materia de crecimiento, inflación y tipo de cambio que es inferior al ya actual, por ejemplo.

Ojalá se dieran todos los presupuestos de su proyecto presentado al Parlamento, creo que todos los argentinos lo votarían si dependiera de ese voto que se cumpliese. Si el diablo nos hiciera firmar, todos firmaríamos.

No es novedad: los presupuestos en la Argentina no pocas veces suelen construirse sobre escenarios voluntaristas. Pero en este caso, señala Secco, el punto de partida ya es débil porque las metas del propio 2025 difícilmente se cumplan.

Milei

Según el economista, el corazón del debate está en las cuentas fiscales. Según el texto oficial, el resultado primario previsto para 2025 cae levemente de 1,6% a 1,5% del PBI, mientras que el resultado financiero se mantiene en torno a 0,3%. Para 2026, el Gobierno proyecta repetir ese superávit financiero del 0,3%.

¿Dónde está lo novedoso? Secco compara estas cifras con las contenidas en la primera revisión del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a fines de julio: allí se esperaba un primario de 2,2% y equilibrio financiero. En otras palabras, el nuevo presupuesto baja 0,7% el esfuerzo primario y, al mismo tiempo, proyecta una reducción de alrededor de un punto del PBI en los pagos de intereses de deuda, que habrá que ver cómo se logran. El resultado, en apariencia, es mejor: superávit financiero en lugar de equilibrio. Pero se consigue más por el lado de los intereses que por un ajuste genuino

El capítulo social ofrece luces y sombras. El Gobierno anunció recomposiciones en jubilaciones, educación, universidades, salud y discapacidad por encima de la inflación esperada para 2026. Sin embargo, Secco subraya que esas partidas no recuperarían lo perdido en términos reales desde fines de 2023. En el agregado, el gasto primario crecería apenas 0,1% del PBI, lo que obliga a recortar otros rubros para sostener la promesa de recomposición. “Lo que se anunció luce como un aumento, pero en realidad es apenas una recomposición parcial”, advierte.

El mercado rebota tras la presentación del Presupuesto 2026: Bonos y ADR's con subas de más de 4%

Otra novedad la dio el propio Milei en su discurso: el superávit financiero no se usará para bajar impuestos, como se había insinuado antes, sino para financiar obras de infraestructura y logística a cargo del sector privado. Según Secco, esto implica redefinir el sentido mismo del ahorro fiscal: de motor de alivio impositivo a fuente de inversión en capital, que era su ideología. En paralelo, el Presidente resaltó que, por primera vez, el gasto público nacional sería inferior al provincial, aunque Secco aclara que esto ya estaba proyectado en las metas con el FMI desde este año.

Lo llamativo es lo que falta. En el articulado no se incluyó ninguna mención a una regla fiscal, ni a la prohibición de financiar déficit con el Banco Central. Ambos puntos habían sido mencionados por Milei como principios de hierro, y formaban parte de la agenda con el FMI. Secco recuerda que, según lo pactado, la ley de administración financiera debería modificarse para incluir esos límites. Por ahora, el presupuesto 2026 guarda silencio.

En sus conclusiones, Secco valora que el Presidente insista en que el equilibrio fiscal es un “objetivo irrenunciable”. No es un dato menor: el tema fue central en la campaña y en el debate público. Pero advierte que un presupuesto equilibrado no resuelve los problemas macro de fondo: un tipo de cambio desalineado que impide acumular reservas, la fragilidad para pagar vencimientos de deuda en dólares, una política monetaria contractiva que agrava la recesión y un clima de incertidumbre que se intensificará hacia octubre. “El ancla fiscal es clave para aportar previsibilidad, pero no alcanza”, resume.

A esto se suma otro riesgo: las autoridades ya adelantaron que el actual esquema económico se mantendrá hasta las elecciones. Según Secco, eso implica que la incertidumbre “irá in crescendo” hasta octubre. Cualquiera sea el resultado electoral, el Gobierno no podrá evitar una revisión integral del programa macro. Si elige solo “retoques cosméticos”, la confianza podría quedar dañada de manera casi irreversible.

En definitiva, el presupuesto 2026 ofrece un relato de orden y equilibrio, pero su consistencia es frágil. Secco desnuda la contradicción: se logra un superávit financiero recortando intereses, no necesariamente mejorando los fundamentos. Vale aclarar que con tasas de interés del 60%, el déficit financiero es superior que si bajaran al 30 o 40%.

Y mientras tanto, las promesas de recomposición social son parciales, las reglas fiscales brillan por su ausencia y los problemas cambiarios y de deuda siguen sin solución. La pregunta, entonces, no es si habrá revisión, sino cuán profunda deberá ser. Además, mientras Milei estaba anunciando aumento en partidas de áreas críticas, avanzaba con el ajuste a los mismos sectores para este año.

Milei

Según una muy buena nota de Laura Serra en La Nación de este martes, las transferencias a las casas universidades se redujeron en $40.267 millones y casi $130.000 millones en giros a las provincias, incluyendo ATN y obras públicas, como parte de un recorte total de $493.591 millones (0,4% del PBI) oficializado este año.

El superávit financiero proyectado es de $754.744 millones, pero la oposición buscará este miércoles en Diputados reforzar la ley de financiamiento universitario y rechazar en el Senado el veto a la ley de coparticipación de ATN. La mitad de los recortes impacta en el Ministerio de Capital Humano, afectando becas, desarrollo universitario e infraestructura.

La discrecionalidad en la distribución de ATN, como el reciente giro de $12.500 millones a provincias aliadas y amigas del oficialismo, evidencia la estrategia de dividir el frente de 24 gobernadores que impulsaron originalmente la ley de reparto automático. Incluso se recortó a la mitad el fondo prometido a Bahía Blanca tras el temporal de marzo.

Volviendo al discurso de Milei, insistió con machacar con su diagnóstico. En el planeta que la raíz de todos los males de Argentina es fácil de visualizar: el déficit fiscal. Gastamos más de lo que recaudamos, punto. Esa explicación, corta y contundente, es eficaz porque cualquiera la entiende: demasiados egresos, pocos ingresos.

Hay otras explicaciones del problema de fondo en Argentina. Cristina Kirchner propone una lectura más sofisticada: nuestro problema no es el déficit, sino la deuda. Un endeudamiento irresponsable que supera la capacidad de generación de divisas del país. Según esta visión, la Argentina enfrenta una crisis de deuda que, como en el pasado, podría desembocar en la confiscación de los ahorros privados: el Plan Bonex en 1989, el corralito en 2001 y, eventualmente, la dolarización hoy.

Pero tanto Milei como CFK parecen tomar los síntomas por la enfermedad. El déficit y la deuda son el mismo problema, uno causa del otro, y ambos son consecuencias de un problema más profundo: la dependencia estructural de la Argentina en la economía mundial.

Lamentablemente, Argentina se desindustrializó a lo largo de décadas, quedando encasillado principalmente como exportador de materias primas. Sobrevive un entramado industrial de baja competitividad internacional, sostenido en gran medida por subsidios estatales.

Mientras tanto, recursos estratégicos como el litio son explotados en condiciones de regalías mínimas: apenas un 3% de lo declarado, con escaso control estatal sobre volúmenes reales de extracción.

"Lo peor ya pasó": la frase de Milei que había utilizado Macri antes de la crisis del dólar en 2018

El resultado es claro: Argentina no genera suficientes divisas para financiar un funcionamiento económico normal. La soja aporta algo vía retenciones, pero el campo ocupa a apenas un 5% de la población económicamente activa. La industria emplea a menos de la mitad y lo hace con salarios bajos, lo que obliga al Estado a complementar ingresos con planes sociales.

¿Por qué esta desindustrialización? En parte por decisiones internas, pero también por un condicionamiento externo: China pasó a ser la factoría mundial con sueldos la mitad de los argentinos y jornadas de 20% más de horas semanales. Argentina era el único país industrializado de Latinoamérica con sindicatos y estado de bienestar de nivel europeo que pasó a ser insostenible mientras que en Brasil en el mismo contexto pudo industrializarse en parte porque comenzó con salarios y jornadas laborales como las de China por carecer de las exigencias de una sociedad de clase media como la Argentina.

En este marco, el Estado recauda poco, se endeuda para compensar, paga intereses crecientes, y cuando no alcanza recurre al FMI, que ajusta en nombre de la “disciplina fiscal”. La lógica es circular: déficit, deuda, ajuste. Pero en el fondo, lo que persiste es la condición de economía dependiente, ese es el verdadero dilema. No se trata solo de déficit ni de deuda, sino de dependencia. Mientras la Argentina no logre generar dólares a partir de una industria competitiva y de un manejo soberano de sus recursos estratégicos, seguirá atrapada entre explicaciones parciales que describen el síntoma sin atender la causa.

Muchísimo más importante que el litio popularmente considerado como un oro blanco, es el cobre que en Chile representa la mayoría de sus exportaciones y solo el cobre es equivalente a todas las exportaciones de nuestro complejo agropecuario. Pero en Chile existe una YPF del cobre, que se llama Codelco.

En Argentina, el Estado debería contar con una YPF de la minería no para que ella misma explotara todos los yacimientos sino que asociada con empresas privadas locales y extranjeras conduzca estratégicamente el proceso de desarrollo de la minería como YPF lo hizo con Vaca Muerta. Pero eso implica ideológicamente lo contrario a lo que plantea Milei, fueron los estados como en Corea del Sur o Alemania quienes guiaron el camino del desarrollo.

Volviendo a plano político del discurso, Milei parece que dejó el tono confrontativo populista para proponer negociación y consenso. Esto es positivo, más allá de los errores o inconsistencias del presupuesto. Si la derrota electoral sirvió para esto, entonces le hizo bien. Algo similar dijo Axel Kicillof con Carlos Pagni este lunes. "Si la elección del siete de septiembre llevó a Milei a cambiar de discursos, significa que el voto sirve", expresó el gobernador.

Axel Kicillof fustigó el discurso de Javier Milei por el Presupuesto 2026 y habló de YPF

Regresando a la hipótesis de que la derrota electoral bonaerense le haya podido ser útil al Presidente, en muchas tradiciones filosóficas y religiosas, el dolor no se entiende simplemente como castigo, sino como una señal para corregir el rumbo de la vida. En el Talmud, por ejemplo, se dice que el sufrimiento es un mensaje de Dios: indica que la persona se ha desviado del camino correcto y necesita volver a él. No es un castigo vengativo, sino una advertencia que invita a reflexionar y mejorar.

Esta idea se repite en otras culturas y corrientes de pensamiento. En el budismo, el sufrimiento (dukkha) es inherente a la vida y funciona como alerta para reconocer los apegos y deseos que generan insatisfacción; la conciencia del dolor permite encaminarse hacia la iluminación. En el estoicismo, autores como Séneca y Marco Aurelio sostienen que las dificultades y el dolor son oportunidades para fortalecer el carácter y practicar la virtud, revelando defectos y permitiendo mejorar.

Incluso en la filosofía moderna, Viktor Frankl, en "El hombre en busca de sentido", plantea que el sufrimiento puede convertirse en un camino para encontrar propósito, transformando la experiencia dolorosa en aprendizaje y fortaleza interior. Le deseamos a Milei esa metabolización de su derrota.

Ahora, la oposición enfrenta un dilema. Si sale a oponerse sin ninguna apertura al presupuesto le dará la razón a Milei de que solo les importa la pelea por el poder. Si le aprueban el presupuesto, serán corresponsables de un plan económico que intenta contentar al FMI.

Si el presupuesto cae, puede abrirse un escenario de crisis de mercado muy importante o que Milei tenga el argumento para prorrogar nuevamente el presupuesto ya gastado de hace dos años para poder utilizar los fondos a discrecionalidad y tener más margen de ajuste con el argumento de que es todo culpa de la oposición que no quiso convalidar el presupuesto que reflejaba mejoras en las partidas, así sean sobre proyecciones voluntaristas, es mejor que extender un presupuesto de años anteriores licuado por la inflación. Mientras estamos haciendo esta columna, se está procesando la reacción del mercado al discurso de ayer. El dólar cripto ya está en $1510 y puede que el discurso no alcance. Veremos.

La oposición en general y el peronismo en particular deben hacer una contrapropuesta y sentarse a negociar con el Gobierno. Además, se debe pensar en alivios actuales para las víctimas de la motosierra y que tiendan a descongelar la actividad económica. Este es el momento de la política, del diálogo y la negociación. Si Milei se lleva las banderas del consenso y la oposición solo las del enfrentamiento, puede ser que le estén haciendo un favor político para que pueda recuperarse y de esta manera, lograr lo opuesto que buscan al oponerse.

Es como si se hubiese cambiado el escenario y las reglas de la disputa política. Si antes Milei proponía un combate de boxeo, ahora parece ser un duelo de sumo, en el que hay que abrazar al oponente para sacarlo de su punto de equilibrio.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

TV/ff